Para nadie es ningún secreto que, en cualquier parte del mundo, a ningún gobierno le gusta que haya medios de comunicación independientes. Ni en las democracias más añejas del mundo ni en los países donde no existe ésta. A cualquier gobernante le encantaría tener la cobertura propagandística que hoy tiene Cuba o Rusia, por ejemplo.
¿Qué pretende el actual gobierno federal con la llamada “ley censura”? no es difícil de adivinar, solo veamos lo que ha hecho este gobierno con los medios públicos de comunicación. En lugar de ser espacios plurales del Estado, como la BBC en el Reino Unido, los ha convertido en porristas. En el Canal 11, por ejemplo, sólo caben las voces a favor de Morena, todo ello financiado con dinero de los contribuyentes.
Lo anterior nos muestra que lo que busca la auto llamada 4T es trasladar este modelo a los medios privados que, por trasmitir a través del espectro electromagnético, son concesiones del Estado, que es el único ente con capacidad de repartir las frecuencias.
Pero, como dijimos anteriormente, no se trata de algo nuevo, esto ha sido siempre y en todos los gobiernos, lo que no signifique que esté bien o no debemos levantar la voz. Los gobiernos, sin embargo, utilizan esta situación para tratar de controlar a los medios que siempre tienen la Espada de Damocles sobre su cabeza para presionarlos. Si se pasan en sus críticas al gobierno en turno, éste les puede cancelar la concesión y, por tanto, la posibilidad de seguir ganando dinero y generando miles de empleos.
Lo que si es novedoso en nuestro país, es el hecho de que nuestros flamantes políticos se inventaron otra manera para tratar de controlar a los medios: la publicidad oficial. Se trata de cientos de millones de pesos de los contribuyentes que se entregan anualmente para trasmitir anuncios gubernamentales. Para muchos medios mexicanos, por no decir que prácticamente la mayoría, su principal cliente es el gobierno, ya sea el federal o los estatales, incluso municipales y organismos autónomos. Y, claro, éstos siempre esperan tener a cambio coberturas noticiosas positivas con las inversiones que hacen.
No es algo nuevo, recordemos como el PRI pudo quedarse más de setenta años en el poder, parte de eso fue gracias a su hábil manejo de los medios de comunicación. Pero fueron ingeniosos, pues no se trataba de la aburrida propaganda que se trasmitía en la Unión Soviética y países satélites, sino algo más sofisticado. Por un lado, entretenimiento que evitaba todo tipo de controversias políticas y, por el otro, coberturas noticiosas favorables para el régimen, con cierta tolerancia a la crítica en algunos de sus espacios de análisis, muy limitada en la televisión, más abierta en radio y prensa.
Hoy, la situación es diferente. Dígase lo que se diga, mucho cambió con la transición a la democracia. Además, tecnológicamente surgieron las redes sociales y plataformas digitales que le restaron poder a los medios tradicionales.
A pesar de estos cambios, Morena quiere regresar a los tiempos en que el gobierno utilizaba sus palancas de poder (concesiones, regulaciones, publicidad oficial) para tratar de manipular la cobertura noticiosa a su favor. Lo que han hecho en los medios propiedad del Estado, como el Canal 11, lo quieren trasladar a los que son de propiedad privada.
Para eso pretenden aprobar una nueva Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión concentrando todas las palancas de poder que se tienen sobre la industria en una nueva entidad del gobierno federal: la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT).