Que te vaya bien

Por: Atilio Alberto Peralta Merino

Terminé durante la temporada decembrina una novela que parte del incidente vivido en mayo pasado cuando un grupo facineroso autodenominado “el rebaño” agredió a un condiscípulo en las instalaciones del colegio jesuita de la ciudad.

Episodio que en la trama del relato en cuestión conduce, en flashback , como se dice en la técnica cinematográfica, al momento en que, muchos años atrás, un sacerdote de la “compañía de Jesús” comunicaba a jóvenes estudiantes de secundaria que el Papa visitaría la ciudad para inaugurar la segunda conferencia episcopal del continente.

La historia del pontificado más largo de la historia, en el que las giras del Obispo de Roma por el mundo, iban acompañadas de imágenes de multitudes que se atiborraban en las calles a su paso, sin que lograra convocar a los templos a los feligreses, se entrelaza en la narración con los estudios en el taller de teatro escolar de la época.

La novela llamada, “QUE TE VAYA BIEN” comienza con la reflexión que hace el personaje central, Anselmo Santeliz, del cambio de época en que vivimos, y que se manifiesta palpable para él al momento de ver frustrada la cita para comer con un amigo en uno de las cantinas tradicionales de la Ciudad de México, que había cerrado irremisiblemente sus puertas.

El personaje, en diversas conversaciones, evoca a su vez, los años en los que se edificó la central de abasto y se estableció en la meseta de la entidad la planta cementera más grande del continente, dado que, el sacerdote que anunciaba a aquellos jovenzuelos años atrás la visita del Papa, habría de ofrecer la misa de difuntos de su primo hermano, el magnate dueño de dicha planta.

En medio, aparece la sugestiva figura de una mujer joven que inspirara los etéreos deseos de primera juventud del personaje, dramaturga mediocre, que, tras vivir momentos de agudo alcoholismo se suicida en el momento más jovial de su vida.

Bella mujer que, muy bien, podría reflejarse en la cantante que amenizaba en otro tiempo, las reuniones en el Bar que había cerrado sus puertas y que contaba en su repertorio de manera destacada con la canción de Federico Baena que da título al relato.

Un relato sobre el papado, la crisis de la Iglesia y la influencia que todo ello deja sentir en nuestras vidas, espero llegue a despertar la curiosidad por leerlo, y el posterior agrado de sus lectores.

albertoperalta1963@gmail.com