Victor de Regil
Pepe Chedraui está cumpliendo 2 meses al frente del gobierno de la ciudad de Puebla y, al menos al momento, parece que no ha arrancado su administración. Y es que, agotado el tema del “hoyo financiero” del cual, por cierto, no hay carpetas ni expedientes abiertos ni documentos que demuestren sus dichos, basó en rumores, verdades a medias y mentiras completas.
Por tanto, y ante la falta de pruebas y de efectividad en su gobierno, Pepe Chedraui, ha decidido cambiar la narrativa para enfrentar las críticas y la extendida percepción de que el arranque de su gobierno no ha sido el esperado, sobre todo en materia de seguridad pública, pues la capital del Estado se encuentra sumida en la violencia, como nunca antes se ha visto.
Recientemente, y ante la falta de resultados, Pepe pidió tiempo para resolver el problema de inseguridad que un día y el otro también afecta a los capitalinos, y que se ha desbordado notablemente desde la llegada de Fernando Rosales a la Secretaría de Seguridad.
Sabemos que estos temas de alto calado no se resuelven de un día a otro. Pero, lamentablemente, el optimismo de Pepe en campaña fue tan desbordado que prometió que los resultados se verían inmediatamente, cosa que no ha sucedido, parte de eso su desesperación.
Pepe cambio su discurso, culpando a los gobiernos pasados del PAN y del PRI, partido al que todavía hace algunos meses perteneció. “Llevamos casi 60 días, ellos tuvieron tres años y no resolvieron absolutamente, con nosotros sí lo vamos a resolver y que nos den un poco de tiempo y así será, es lo único que les queda, vamos a hablar de temas positivos”, fue su declaración.
El cambio de narrativa ya se había podido notar desde antes de esta declaración, cuando el Comunnity Manager del edil lo hizo decir en X que “ante el caos que recibimos en la Ciudad avanzamos a marchas forzadas atendiendo las peticiones de poblanas y poblanos que durante años quedaron en el olvido (…)”.
Un “caos” que, por cierto, no mencionó nunca durante su toma de protesta, el 15 de octubre; sí, ahora que se han percatado que gobernar la ciudad más importante del estado de Puebla, no es sencillo.
El nuevo discurso de Pepe es muy parecido al utilizado en su momento, como herramienta de propaganda, por el panista Eduardo Rivera, quien diseñó la narrativa de que no podía con el paquete porque su antecesora, Claudia Rivera, de Morena, le heredó una ciudad sumida en el caos, “sin rumbo”.
A Eduardo Rivera, dicha narrativa le funcionó un tiempo, pero no todo el tiempo, y ya vimos cómo terminó su gobierno, sumido en el desprestigio, el absurdo y la simulación.
Al recurrir a algo similar, se entiende entonces que a partir de ahora, cualquier reclamo ciudadano o cualquier crítica mediática sobre el desempeño o los resultados del ayuntamiento de Puebla, serán justificados a partir de una comparativa con el pasado, el pasado reciente.
Ciertamente, las intenciones de Pepe deben de ser buenas. Se trata de un empresario exitoso, trabajador y con visión y relaciones nacionales e internacionales que en su circunstancia pocos poseen. De hecho, hay algunas áreas de su gobierno en donde en estas pocas semanas sí se ha logrado notar un cambio positivo respecto a pasados gobiernos, y menciono dos en concreto: la Dirección del Instituto Municipal de Arte y Cultura, a cargo de Anel Nochebuena, y la Secretaría de Servicios Públicos, cuyo titular es Clemente Gómez.
Pero en el resto, especialmente en seguridad pública, algo está pasando, que la máquina no termina de arrancar.
El alcalde ha lucido más ocupado y preocupado por temas verdaderamente intrascendentes o populistas; más a tiempo para la foto y el corte de listones, que en la coordinación ejecutiva de su equipo para dar los resultados esperados.
Luce solo y sin un verdadero jefe de gabinete o de la oficina del alcalde, que opere el día a día y a José Chedraui le permita enfocarse en el bosque, no solo en el árbol, ese árbol que solo deja ver lo urgente sobre lo verdaderamente importante.
Hoy se ha cambiado la narrativa y ya se decidió caminar por un camino ya conocido: el de culpar al pasado.