Victor de Regil
Lo que sucede al interior de la UDLAP es dramático e insostenible. Y es que, aunque no es de Puebla ni de los poblanos, los recursos de la Fundación Mary Street Jenkins sí son para Puebla y para los poblanos, así debe entenderse el objetivo original de esa institución pública y la actual disputa por su patrimonio, calculado en más de 700 millones de dólares, entre colegios, universidades, hoteles, acciones y centros comerciales, que se fundó con los bienes y por el deseo del empresario y filántropo William Oscar Jenkins Biddle (William O. Jenkins) gran benefactor con obras al estado.
Y es que, el pleito, por su principal bien y que tiene su propia fundación, la Universidad de las Américas Puebla, lleva años en los juzgados y tiene su origen en una guerra entre los herederos del fundador y generador de la primera riqueza, que falleció en Puebla el 4 de junio de 1963.
Éste comenzó en 2013 y tiene episodios y tintes literalmente fratricidas.
La narrativa de estos hechos fue retratada, el pasado 6 de noviembre, con pluma fina, datos duros, entrevistas y citas bibliográficas por el periodista Pablo Ferri, en diario El País de España. Sus fuentes están en San Diego, California; Puebla y la Ciudad de México.
De lectura obligada, su trabajo lleva un título sugerente: “La guerra de los Jenkins”. Pablo Ferri, describe el sitio web de El País, “es reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019)”.
El texto, aunque muy cuidadoso de no ponerse del lado de ninguna de las partes, hace una descripción del caso, que aporta muchas luces.
Termina por entenderse por qué hoy, el gobierno del estado, a través de la Junta para el Cuidado de las Instituciones de Asistencia Privada del Estado de Puebla, ha debido intervenir. Se entiende también la razón de la toma del campus universitario el pasado 29 de junio.
Se halla la razón de por qué el destituido patronato, que tanto ha mentido sobre los supuestos resolutivos de los jueces, nunca ha tenido un acierto.
En cada comunicado, el equipo de los Jenkins Landa, que trasladó el patrimonio de más de 700 millones de dólares a Barbados y Panamá, asegura que “ahora sí” le van a entregar el campus, pero no ocurre, pues sigue al resguardo del gobierno del estado. Es y será, como ha sido, un litigio muy largo.
Sin embargo, el texto tiene pasajes que dan mucha claridad para entenderlo en su origen.
William O. Jenkins donó sus bienes a Puebla y a los poblanos, para continuar con las obras a favor de la sociedad y en “un intento de garantizar que el acceso fácil a la riqueza no corrompiera a su familia”. Lo que ha ocurrido, con la disputa.
Si bien el capital inicial de la fundación ha crecido enormemente, tampoco le pertenece a esa familia, a ninguna de las partes en disputa
Un elemento importante, es la ugerencia del reportaje, de que el gobierno del finado Rafael Moreno Valle, a través de su entonces secretario de Gobernación, el también falleció Luis Maldonado Venegas, trató de meter la mano indebidamente. El caso data de 2013.
No hay lugar para las acusaciones que los voceros de una parte de la familia Jenkins ha proferido contra el actual gobierno y el gobernador Miguel Barbosa.
Hay una ley que avala la intervención de la administración estatal.
Esas acusaciones son parte del lenguaje de la descalificación y la estrategia de victimización.
Lo curioso es que, aquellos quienes tiene las órdenes de aprehensión por lavado de dinero y otros presuntos delitos, sean los patos que les disparen a las escopetas.
‘En su oficina de Prado Sur, Guillermo Jenkins de Landa -quien está en disputa con sus hermanos y madre- lanza con rabia: “Ahora se hacen las víctimas’”, escribe en uno de los párrafos el periodista Pablo Ferri.
El litigio seguirá. Aunque no está de más saber el origen real, así se evita ponerse del lado equivocado.