¿Qué hacer con los anexos?

Victor de Regil

 

Uno de los grandes problemas que enfrentan los poblanos desde hace años, son los llamados “anexos”. El gobierno del estado está revisando y enfrentando, como nunca antes se hizo, a los falsos centros de combate de adicciones, conocidos como anexos, en los que se cometen infinidad de vejaciones a la dignidad y violaciones los derechos humanos y en donde los internos viven prácticamente en calidad de esclavos o presos.

Por supuesto, en esa categoría no entran las clínicas, por modestas que sean, bien establecidas, o los verdaderos espacios de tratamiento de adicciones, con vocación comunitaria y de rehabilitación de adicciones.

Hay también centros privados que cumplen con las normas. Pero entre todos ellos, hay diferencias sustanciales e importantes.

José Antonio Martínez García, secretario de Salud estatal, dio a conocer que el año pasado se suspendieron 33 anexos y este año otro. En total, 34 ya fueron clausurados por la dependencia, por una o varias anomalías. En el estado hay registro de 143 de estos centros, algunos no cumplen las normas mínimas.

Muchos más, ni siquiera están registrados.

Las sanciones penales por incumplir las leyes en estos casos son muy severas. Muchos centros irregulares mantienen a los internos sin su consentimiento y en condiciones carcelarias.

No hay realmente tratamiento para los internos. Ni por alcoholismo y menos por drogadicción.

Sobre todo, cuando los usuarios llegan en condiciones de salud tan precarias por el abuso de sustancias y requieren tratamientos médicos urgentes.

Las condiciones son tan precarias e insalubres, en la mayoría de los anexos, que por eso hemos conocido casos en los que los internos fallecen. Ello, además de las golpizas que reciben en muchos de esos sitios.

La mayoría de los anexos se ostentan como parte de la Comunidad de Alcohólicos Anónimos (AA), pero la verdad es que no tienen ningún reconocimiento oficial. No basta con poner el logro de la agrupación en sus paredes.

De hecho, la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos A.C., que trabaja en sintonía con el movimiento a nivel internacional, no los reconoce.

En sus estatutos o “literatura”, como se le llama, explica exactamente este asunto:

“¿Qué es lo que AA no hace? No proporciona hospedaje, alimentación, atención médica; motivo por el cual no cuenta con anexos, granjas, centros de rehabilitación, clínicas ni casas de reposo”, lo explica.

El movimiento que fundaron en Estados Unidos, en 1935, William Griffith Wilson, conocido como Bill W. -el paciente-, y Robert Holbrook Smith, conocido como el Dr. Bob -el médico que lo trató-, es en esencia un programa de autoayuda de 12 pasos, pero nunca jamás se contempló el internamiento forzado.

En ese método de vida de 12 pasos, luego se han basado otros movimientos, como Drogadictos Anónimos, Neuróticos Anónimos, el Grupos de Familia Al-Anon, para sus familiares, entre otros.

Es muy largo de explicar la loable labor que se ha venido realizando, desde hace casi cien años, a partir del verdadero y fundacional AA.

Lo importante es saber que los anexos realmente no están siguiendo, con el internamiento y la reclusión, los principios de AA. No se trata de generalizar.

Hay clínicas y centros que realmente buscan la rehabilitación de sus internos.

Pero hay que conocer las diferencias e informarse, antes de tomar la decisión de internar a algún familiar.

Mientras tanto, qué importante la labor que realiza la Secretaría de Salud, en una tarea iniciada desde que gobernaba Miguel Barbosa Huerta.

Que sigan las revisiones. Que sigan las clausuras, si es el caso. Es un tema insoslayable de salud pública.