Gustavo Monterrubio Alfaro
Nietzsche consideraba que no hay hechos morales, sino interpretaciones morales de los hechos, porque creía que el bien y el mal son relativos y definidos por cada persona desde su propia perspectiva.
El terrorismo es el uso sistemático del terror, utilizado por una amplia gama de organizaciones, grupos o individuos en la promoción de sus objetivos, tanto por organizaciones políticas de todas las ideologías, así como también por grupos nacionalistas (separatistas, irredentistas), grupos religiosos (p. ej., yihadismo, terrorismo cristiano, terrorismo judío), revolucionarios, gobiernos en el poder y grupos patrocinados por éstos, [1], (Fuente: Wikipedia)
En la definición que antecede están comprendidos los actores que nos interesan, todos encajan en la definición de terrorismo, ergo, son terroristas per se, sin embargo, lo que trataremos de elucidar es cómo manipula cada uno de los involucrados el concepto y para ello el aforismo de Nietzsche sirve a nuestro propósito.
Parafraseando a Nietzsche: “No hay hechos terroristas, lo que hay es una interpretación moral del terrorismo, porque cada individuo, grupo y estado, lo define de acuerdo a su perspectiva e intereses.”
Ejemplos hay muchos, pero el que destaca entre todos, es lo que a diario sucede en la Palestina ocupada, que no se puede ocultar porque el genocidio en proceso se hace a la vista de todos, con tal cinismo e insolencia que funcionarios judíos llegan al extremo de afirmar, sin el menor rubor, que es moral asesinar bebés, niñas, jóvenes, ancianos, mujeres inocentes y desarmados; que es ético matar de hambre a los palestinos y que es legítimo el derecho a defenderse destruyendo hospitales, escuelas, mezquitas, edificios residenciales, casas habitación, infraestructura básica: agua, electricidad, drenaje; instalaciones de agencias internacionales de ayuda humanitaria, en suma, aplicar la estrategia de tierra arrasada. Y ninguna de estas infamias es considerada terrorismo. Es más, desde 1948 los sucesivos gobiernos israelíes se han obstinado en oponerse a la creación del estado palestino, fuente del sempiterno conflicto, usando el terror como arma de control y presión para imponer su agenda, ignorando incluso alrededor de 200 resoluciones de la ONU en contra de Israel y a favor de Palestina.
A todas estas infamias, crímenes, ruindades, vilezas, obscenidades y procacidades, los civilizados gobiernos, corifeos del sionismo, las cubren con un solemne manto de lo que llaman democracia y libertad.
Mostremos que Nietzsche tiene razón: los sionistas y quienes le hacen el panegírico: la prensa occidental, las redes sociales, los “expertos”, los “opinólogos profesionales”, los llamados influencers y YouTubers a sueldo, etc., están de acuerdo y replican el discurso sionista, dominante en la prensa occidental; pero para los palestinos, gobiernos, grupos y ciudadanos que simpatizan con éstos, es todo lo contrario, simple y llanamente, genocidio.
Va otro ejemplo, un arrogante y corrupto senador norteamericano, cuyo nombre no merece mencionarse, amenazó con sancionar a quien cumpla la orden internacional de arresto, emitida por la Corte Penal Internacional, contra el desquiciado genocida Benjamín Netanyahu. Este arrogante sujeto, que cree que su ley está por encima de las leyes internacionales, no lo hace gratis, su chocante conducta se debe a una o a dos razones: es judío de sangre o donantes judíos financiaron la campaña electoral que lo llevó al cargo.
Les aseguro que si una orden igual fuera emitida contra Nicolás Maduro o Miguel Díaz-Canel, el sujeto de marras habría sido de los primeros en ladrar a los cuatro vientos: cúmplase de inmediato, pondremos todo nuestro empeño en aplicarla, nadie debe violar tan flagrantemente la ley, el genocida merece un castigo ejemplar, el más cruel.
En ambos ejemplos, queda clara la forma en cómo se distorsiona la realidad en el discurso ideológico y político y cómo la amplifican los medios de difusión y las redes sociales, y a la inversa, queda claro cómo los mismos medios silencian el discurso a favor de Palestina, censurando las opiniones y reprimiendo las actividades en apoyo a la misma, y a éstas evidentes falacias, tienen el descaro de llamarlas, los “paladines” de los derechos humanos: libertad de expresión y democracia. En buen romance, es democrático y liberal lo que me favorece y no lo es lo que me exhibe.
Ahora bien, lo que detonó el infierno en que se ha convertido Palestina fue la acción defensiva que Hamas lanzó el 7 de octubre del año pasado; a esta legitima acción se le calificó en automático de terrorista, de hecho cualquier acción defensiva contra la opresión judía es calificada como tal, porque este discurso ha sido impuesto a fuerza de repetirse durante décadas una y otra y otra y otra y otra vez, Goebbles, dixit. En suma, toda acción defensiva que realiza la milicia chií, va acompañada de su respectivo epíteto: terrorismo, y lo contrario, a toda acción terrorista del estado judío, se le tacha de legítima defensa.
Esta es la dualidad interpretativa, aplicando la paráfrasis de Nietzsche, desde la óptica judía y occidental: los judíos tienen derecho a defenderse, los palestinos no; los judíos tienen derecho a sembrar el terror, los palestinos no; los judíos tienen derecho a recibir todo tipo de armas de otros países, los palestinos no; los judíos tienen derecho a instaurar un apartheid, los palestinos no tienen derecho a luchar por liberarse de este yugo; los judíos tienen derecho a asesinar bebés, niñas, jóvenes, mujeres, ancianos inocentes y desarmados, los palestinos no; los judíos tienen derecho a violar todas las normas, tratados y leyes internacionales, los palestinos no; los judíos tienen derecho de secuestrar y violar indiscriminadamente a palestinas y palestinos, éstos no; los judíos tienen derecho de arrestar y mantener presos sin justificación ni juicio a palestin@s, porque a ést@s no los protege el derecho judío y menos el internacional; los judíos tienen derecho a encarcelar a niños tan sólo porque arrojan pedruscos contra los ocupantes sionistas, porque los palestinos no tienen derecho a la resistencia; los colonos judíos tienen derecho de asesinar y robar a los palestinos, porque éstos no cuentan con instituciones públicas hebreas ni internacionales donde acudir para defenderse; los judíos, en suma, pueden cometer los crímenes más abominables y los palestinos sólo tienen derecho a aguantar y cuando mucho, gritar ¡Ay!
Es ni más ni menos la misma película que protagonizaron las hordas fascistas hitlerianas, las SS y la Gestapo, es decir, lo que hicieron con judíos, homosexuales, gitanos y polacos.
Esta es la manera correcta como podemos interpretar el discurso político e ideológico y resistir que nos manipulen los gobiernos, la prensa, las redes sociales e ideólogos a su servicio, con las burdas y cínicas falacias que vomita a diario la propaganda al servicio de la opresión, los vicios, los criminales de guerra, o sea, el mundo al revés, el terrorismo del estado hebreo vendido en una envoltura de oropel y las acciones de legítima defensa de los oprimidos, esto es, los palestinos, vendidas en sombríos escenarios del horror.
Esto murmuraba el Coronel Kurtz: horror, horror, horror…
En mi modesta opinión, los más letales y peligrosos terroristas que amenazan la paz mundial, a la especie humana en particular y por extensión a toda forma de vida, exceptuando algunos bichos y roedores, no son Rusia ni China, son los gobiernos de Israel y el de Estados Unidos.
Sea pues lo que cada cuál decida: creer las evidentes falacias del sionismo y de la propaganda a su servicio o abrir la mente a la verdad y la justicia, para mantener viva la esperanza de que la especie humana seguirá poblando el poéticamente llamado, el Planeta Azul.