Gabriel Sánchez Andraca
Para nadie es un secreto, que el PRI, el PAN y el PRD, fueron los tres partidos más importantes de nuestro país desde la década de los ochenta y que los tres tuvieron una baja brutal a raíz de de los gobiernos neoliberales, tanto en la presidencia de la república, como en los gobiernos estatales al grado de que el PRD está a punto de desaparecer; el PRI se defiende como gato “boca’arriba” y el PAN se asume como segunda fuerza política después de Morena y no es ni la sombra de lo que alguna vez fue.
Esto se puso de manifiesto, en el caso del PRI, durante la asamblea de su consejo estatal efectuada el pasado sábado en el edificio que es sede de su comité directivo estatal, en la que estuvo presente el dirigente nacional Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, que casi destapó al presidente municipal de Puebla y de origen panista Eduardo Rivera, como el candidato del PRI a la gubernatura del Estado, para dentro de tres años; en el caso del PAN, durante las elecciones de su dirigencia estatal, que ganó la planilla encabezada por doña Augusta Valentina Díaz de Rivera y don Carlos Castro, contraria a la planilla encabezada por doña Genoveva Huerta, que pretendió reelegirse y que constituía el último reducto del “morenovallismo”, la corriente creada por el primer gobernador panista de Puebla, para sus propios intereses, rechazada por la mayoría de quienes han estado en las luchas del PAN desde mucho antes de que don Rafael Moreno Valle Rosas, pensara siquiera en pasarse del PRI al PAN.
Esa corriente, sin embargo, tuvo el apoyo del presidente Felipe Calderón y de altos funcionarios del gobierno priista de Peña Nieto y tenía el aval del actual dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, que como dirigente nacional, anda bailando en una tablita.
La pérdida de prestigio dentro del partido conservador de su dirigente nacional, se ha agravado en las últimas semanas en las que ha trabajado para su reelección: la semana pasada le renunció públicamente una senadora de la república Martha Márquez, de Aguascalientes y poco antes hubo otras dos bajas en la bancada del senado, entre ellas la de don Gustavo Madero, que si bien no renunció al partido, ya no pertenece a la bancada de Acción Nacional. El PAN tenía 25 senadurías y ahora solo tiene 22. Don Marko ya no tuvo la fuerza suficiente para hacer triunfar a doña Genoveva, que según declaraciones de ayer, tuvo mil 300 votos menos que su contrincante doña Augusta Valentina.
El triunfo de la oponente a doña Genoveva fue avalado con su presencia por panistas destacados como el presidente municipal de esta capital, Eduardo Rivera Pérez, por doña Ana Tersa Aranda Orozco, actual diputada federal y Mario Riestra, también diputado federal, entre otros.
La dirigente saliente Genoveva Huerta, dijo que esperaría hasta el último momento para saber los resultados finales para aceptar su derrota.
EN SUS BOLETINES DE PRENSA SOBRE SU campaña, la candidata a la reelección, hablaba de la gran fuerza del PAN y de ser ejemplo de buenos gobernantes lo que se desmiente en la realidad.
Ni Vicente Fox, ni Felipe Calderón, ni Moreno Valle Rosas, han sido siquiera medianamente buenos.
Para referirnos al gobierno local: ni un gobierno priista había dejado endeudado al Estado con más de 60 mil millones de pesos; ningún gobierno priista, realizó obras sin ninguna repercusión social, como lo hizo el que fue el primer gobernante panista de la entidad; ninguno destruyó el sistema de impartición de justicia como lo hizo él, al cerrar cerca de 700 agencias del Ministerio Público, para evitar que se conociera la realidad sobre la delincuencia en Puebla, en fin, ninguno de sus antecesores había abandonado tanto a la provincia, concentrando las inversiones en la capital del estado, con obras que todavía actualmente, no han dado resultados, como las ciclopistas, el muso internacional del barroco, o la rueda de la fortuna llamada pomposamente la “novia de Puebla”.
Finalmente, el Estado de Puebla cuenta con 217 municipios. Un partido con tanta fortaleza como lo pintaba doña Genoveva en sus boletines de prensa, debería tener presencia por lo menos en 200 municipios, pero si para la elección interna de su dirigencia, solo instaló 108 mesas para la recepción de votos, quiere decir que es un partido, como lo son todos los partidos mexicanos, sin estructura, sin organización, sin ideología precisa (anda en una alianza con el PRI, su adversario eterno y con el PRD, que como partido de izquierda, debería ser su archienemigo)
No hubo problemas graves durante todo el proceso, el más grave fue en San Baltazar Tetela, una junta auxiliar del municipio de Puebla, donde los partidarios de uno y otro lado, tuvieron discusiones fuertes, pero en general, todo transcurrió tranquilo, con retrasos en la apertura de las mesas de votación y otros problemillas, nada que pusiera en peligro el resultado de la elección.
POR OTRO LADO, “LA FUERZA PRIISTA” SE VINO abajo el sábado cuando el dirigente nacional “Alito”, con su declaración en el sentido de que don Eduardo Rivera Pérez, presidente municipal de la capital del estado, que llegó a ese puesto a través de una alianza del PRI, PAN, PRD, sería un buen prospecto para ser candidato a la gubernatura, cayó como “cubetazo” de agua fría (en estos tiempos del final del otoño) a los viejos y todavía fieles militantes priistas.
Seguramente don Alejandro Moreno, sabía muy bien, que el señor Rivera Pérez, obtuvo el triunfo con 80 mil votos panistas, en números redondos y solo 40 mil priistas y no pensó que el abstencionismo de los priistas fue provocado precisamente por la alianza con el PAN, como la crisis que amenaza con extinguir al PRD, ha sido provocada por la alianza negociada en las alturas, con el partido representante de la derecha desde hace varios años.
Es cierto que el PRI ha perdido su ideología liberal, su programa social para beneficio de las clases campesinas, obreras y de clase media y ha caído en la derecha militante y que eso le ha costado perder a millones de militantes, pero aun así, el Revolucionario Institucional, tiene más militantes que el PAN en Puebla y en todo el país, tiene mejor estructura y tiene mejor organización. Lo que le faltan, como les faltan a todos los partidos políticos del país, son líderes, dirigentes capaces que hagan renacer el coraje, el espíritu de lucha de su militancia, para tener presencia propia y fuerte en el medio político del país, aunque volver a los viejos tiempos, ya parezca imposible.