Gabriel Sánchez Andraca
En nuestra columna de ayer le informamos que el PRD no obtuvo ninguna diputación en el Congreso local. No alcanzó mayoría en ningún distrito y su votación general, no le dio para obtener una diputación plurinominal. Solo tuvo poco más de 60 mil votos, que lo bajaron de ser el cuarto partido entre los más importantes del Estado, a ocupar el décimo lugar. Su estado es sumamente grave y requiere terapia intensiva.
Su alianza con el Partido Acción Nacional, representante de la tradicional derecha mexicana, empezó a minarlo. Esa alianza que fue un acuerdo de cúpulas partidistas sin consulta a sus respectivas bases, le hizo perder simpatías adentro y afuera de sus filas y el surgimiento de Morena, Movimiento fundado por el ex candidato presidencial perredista, le dio la puntilla.
La emigración hormiga de perredistas a Morena, fue constante. Solo Los Chuchos, que dominaban al partido del sol azteca, no querían ver lo que era evidente para todos. El triunfo de Morena en el 2018, dejó en la lona al PAN, al PRI y al PRD, a cuyos líderes se les hizo fácil decidir una alianza tripartidista para derrotar al partido triunfador, Morena y ese triunvirato se alió con lo más nefasto de la derecha empresarial y durante las campañas intermedias de este año, dieron claras muestras de mediocridad en todos los órdenes, hasta el grado de ostentarse como triunfadores.
Ex dirigentes nacionales panistas, los sacaron de su gravísimo error: los senadores Gerardo Zepeda y Gustavo Madero, les dijeron que estaban equivocados, que no habían ganado. Morena no necesita hacer alianzas fuera de las que ya tiene, para aprobar el presupuesto de egresos, algo que ellos querían evitar y con pocos aliados más, puede hacer reformas a la Constitución. No nos engañemos, les dijeron a sus líderes: en política no hay nada más grave que el autoengaño.
De quince gubernaturas Morena ganó 11 y obdtuvo mayoría en el Congreso. No alcanzó la mayoría calificada, es cierto, expresaron, pero esa tampoco la tiene ahora y la Cuarta Transformación, camina.
EL PRD EN PUEBLA, FUE UN PARTIDO MUY IMPORTANTE sobre todo en sus inicios. Tuvo aquí el apoyo de la mayor parte de estudiantes de educación superior y de catedráticos; tuvo el apoyo de maestros y de sindicatos obreros independientes, así como de un fuerte sector de las clases medias populares.
En el Congreso del Estado, tuvo representantes capaces y combativos e igualmente sus dirigentes estatales destacaron por su trabajo serio y congruente.
Mantuvieron buenas relaciones con gobernadores como Guillermo Jiménez Morales, Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett, Nelquiades Morales y Mario Marín.
Cuando se dio la alianza con el PAN, para apoyar la candidatura de Rafael Moreno Valle Rosas, muchos perredistas se distanciaron y el candidato, una vez en el poder, solo tuvo a un colaborador, en nivel medio, de ese partido.
No hubo ruptura de Moreno Valle Rosas, con el PRD, nos dicen varios perredistas de esa época, porque el gobernante poblano, sabía maicear bien a los de arriba.
Nunca el PRD protestó por la privatización del agua, que fue aprobada por lo diputados del PRI y del PAN, en sesiones en la que los representantes del partido del sol azteca, estuvieron ausentes con diversos pretextos; nunca hubo una declaración del partido de la izquierda, por la Ley Bala, que también aprobaron los diputados del PRI y del PAN, con la ausencia de los del PRD.
Cuando surgió Morena en la escena política nacional, ya era chiquito y se ha ido empequeñeciendo más, con el paso del tiempo hasta llegar al estado de coma en que actualmente se encuentra.
PAULO CESAR, DE LA SECCION 23 DEL SNTE e Irene Herrera Delgado del Frente Amplio Nacional de Sindicatos y Organizaciones, coincidieron en elogiar la actitud que el gobernador del Estado, Miguel Barbosa Huerta, asumió durante el proceso electoral del pasado 6 de junio.
Expresaron que por primera vez, un gobernante poblano se abstuvo de inmiscuirse en las elecciones, las que se llevaron a cabo, con problemas y protestas en algunas partes, pero sin que las autoridades estatales o federales tomaran partido.
Calificaron el proceso electoral en Puebla, como un proceso limpio y transparente. Las autoridades solo estuvieron pendientes del desarrollo de todo el proceso para mantener el orden en caso necesario y evitar enfrentamientos.
Los incidentes fueron mínimos, pues antes eran las autoridades quienes los provocaban, dijeron. “Esto nos hará ciudadanos más responsables, más libres y más solidarios, pues tendremos autoridades electas en forma democrática lo que nos obligará a ser más respetuosos de nuestras leyes y de las autoridades legalmente constituidas”.