Gabriel Sánchez Andraca
Aunque usted no lo crea, ayer se cumplieron 54 años de la matanza del dos de Octubre en Tlatelolco de la ciudad de México.
La constante mención del hecho ocurrido durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y los actos conmemorativos que se realizan cada año en varias partes del país, hace sentir que el tiempo no ha pasado, sin embargo ya tiene más de medio siglo lo ocurrido en esa trágica noche.
Para algunos ex compañeros universitarios de aquí de Puebla, el hecho tiene explicación: El país estaba bajo el dominio priista que gobernaba desde una triste junta auxiliar, hasta la presidencia de la república, pasando por los gobiernos de los 31 estados y el Distrito Federal.
Estaba al frente del Poder Ejecutivo, el poblano Gustavo Díaz Ordaz, formado profesional y políticamente, cuando Puebla era gobernada por el autoritario y arbitrario general Maximino Avila Camacho. Ese gobierno local marcó toda una época en la entidad, que no terminó con la muerte del dictador poblano.
Los funcionarios de esta etapa de la historia del Estado, fueron seguidores de ese estilo autoritario de gobernar de su jefe y si uno de ellos llegó a la Presidencia de la República, era lógico que ante una rebelión, sin causa, porque el motivo fue baladí, un pleito entre estudiantes de preparatoria de una institución oficial y otra privada, derivó en ese movimiento de rebeldía juvenil, alentado por políticos que ya se preparaban para suceder al gobierno diazordazista y trataban de impedir que fuera el presidente quien designara a su sucesor.
NO SE TRATA DE JUSTIFICAR LOS HECHOS, SINO de dar una explicación objetiva de lo ocurrido.
El problema surgido a consecuencia de la represión policiaca que actuó disolver a los grupos estudiantiles que peleaban, era visto como normal en esa época por las autoridades federales, que no tenían ni idea de los “derechos humanos”, que surgirían después y como consecuencia de los sistemas represivos que se utilizaban en todo el mundo.
En nuestro país ya se percibía el descontento contra esa forma de gobernar. Había represiones por todas partes: diez años antes, se rebelaron los maestros de la Sección 9 del SNTE en el Distrito Federal capitaneados por el maestro Othón Salazar y los ferrocarrileros se declararon en huelga movidos por su líder Valentín Campa. Llegaron a paralizar la ciudad de México, entonces de entre 3 y 4 millones de habitantes y el gobierno de Adolfo López Mateos, “se vio obligado” a reprimirlos, tomándose medidas drásticas contra sus líderes que fueron enviados a la cárcel y despedidos de su trabajo.
El caso del 68 fue diferente, porque hubo violencia en vez de diálogo y el saldo de muertos fue bastante elevado. Además ese hecho fue aprovechado políticamente para desprestigiar a Díaz Ordaz a nivel internacional, pues estaban en puerta los Juegos Olímpicos que tendrían como sede a México.
VIVIMOS OTRA EPOCA Y DEBEMOS ESTAR siempre alertas para que hechos como los de hace 54 años no vuelvan a ocurrir y para que los políticos en el poder, no abusen de ese poder, para exigir que quienes lleguen a ocupar puestos públicos, sean personas sensibles política y socialmente y que no se sigan sintiendo dueños de México.
Mundialmente ya se tienen en cuenta los derechos humanos, pero todavía hay gobiernos o políticos aspirantes a gobernar, que no han entendido que su misión, si consiguen colocarse en puestos públicos, es servir y no servirse. Los pueblos latinoamericanos fuimos sometidos al dominio español durante 300 años y su herencia autoritaria, discriminatoria, racista, inhumana, todavía persiste. Tardaremos un poco más en acabarla, pero terminará.
BLANCA ALCALA, LA EX PRESIDENTA MUNICIPAL de Puebla, que ha sido diputada federal, senadora, embajadora y más, rindió ayer su informe como legisladora del Partido Revolucionario Institucional.
Posiblemente busque ser candidata de su partido para la gubernatura o repetir en la presidencia municipal de Puebla, está en todo su derecho y además, cuenta con méritos para eso.
Si bien el PRI vive los peores momentos de su historia, es bueno que los viejos y destacados priistas de tiempo atrás, salgan a defender los postulados de su partido, que se han estado perdiendo, y que no se escondan, como parecen hacerlo muchos que fueron figuras y ahora ni sobra son.