Lamentablemente, los 20 diputados y diputadas federales poblanos, algunos de ellos que alcanzaron la reelección, han resultado, desde el principio del lopezobradorismo, completamente inútiles, pues en el tema de recursos adicionales para el estado de Puebla nada han conseguido en los tres años anteriores, en la discusión y aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF). Y nada se puede esperar de ellos para el próximo Ejercicio Fiscal 2023.
Las labores legislativas, esencialmente, son tres:
Legislar; Hacer leyes y modificar las que existen, para mejorar los diversos marcos jurídicos del país y fiscalizar.
Lo que respecta a la Cámara Baja es la supervisora de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y, en cuanto recursos federales, es la responsable de que se ejerzan adecuadamente en los tres órdenes de gobierno.
Y gestionar, posiblemente la más importante de todas.
Se trata de que, a la hora de la discusión del PEF, cada año, cabildeen, presenten proyectos (carreteras, edificaciones, puentes, escuelas, etcétera) y, literalmente, peleen con uñas y dientes los recursos para sus distritos y sus estados.
Jalar para el beneficio de la gente, “su gente”, esa cobija que no alcanza para mucho.
Desde la primera legislatura del sexenio lopezobradorista, la LXIV (2018-2021), nada ha llegado a Puebla, como bolsas adicionales.
En los anteriores gobiernos federales, era natural y hasta obvio, que los diputados y diputadas llevaran a los alcaldes y gobernadores apoyos, para sus gobiernos.
Las grandes obras, algunas útiles y otras de relumbrón, en Puebla y en todo el país, se edificaban con base en esos dineros extra que se conseguían. Ahora no ocurre.
Prácticamente, tal y como sale el Proyecto de PEF de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), sin cambiarle ni una coma, se aprueba en el pleno de San Lázaro.
El 8 de septiembre, a más tardar, llegara ese documento al Palacio Legislativo. El fin de los moches de antaño es la excusa que, para ya no trabajar en este rubro, tiene la mayoría lopezobradorista, que se basta con su mayoría simple para aprobar el Presupuesto, a más tardar el 15 de noviembre de cada año, como dicta la Constitución.
Efectivamente se dio eso, los moches de manera descarada. Había mucha corrupción. Si un diputado o diputada conseguía una bolsa para una obra, el alcalde o gobernador en turno tenía que darle un diezmo o más.
Eso está muy bien que ya no ocurra. Pero no solamente acabaron con el cáncer, sino que mataron la gestión. Ya no hay.
Pero se olvidan los 20 legisladores poblanos (7 de Morena, 5 del PAN, 2 del PRI, 2 del PVEM y 4 del PT) que la gestión la tienen que hacer directamente en las secretarías, antes de que se elabore el Proyecto del PEF.
No lo hacen. Los vemos en grillas. En insustanciales conferencias de prensa. Pero no cabildeando obras y acciones.
No se equivoca el gobernador Miguel Barbosa cuando dice que nada espera de ellos.
“¿Cuánto le va a tocar en Puebla en cuanto a todas las asignaciones en todas las áreas, convenios, rubros?, pues lo que marquen las fórmulas de distribución del sistema de coordinación fiscal, eso es lo que nos toca. Nadie mete mano, qué bueno que así es”, dijo con algún matiz de ironía al final, en su conferencia mañanera de este martes.
Los diputados federales, los 500 que son en total, han renunciado a su función de gestores.
No la ejercen.
Ni en el oficialismo ni en la oposición.
Las partidas ordinarias y los recursos propios del estado, que juntos han sumado en este ejercicio 2022 los 100 mil millones de pesos, es todo lo que hay.
En cuando al PEF, la Cámara de Diputados se ha convertido en una oficialía de partes.
Reciben, aprueban sin discusión, sin gestión. Son levantadedos.