Victor de Regil
Después del proceso electoral pasado, comienzan a moverse las piezas del tablero político de las principales fuerzas en Puebla. Y es que a partir de octubre iniciará el proceso de renovación de las dirigencias estatales de las tres fuerzas políticas más importantes de Puebla: Morena, PAN y PRI, cuyos dirigentes podrían mantenerse al frente de los partidos hasta las elecciones del 2024 si logran la reelección.
El proceso electoral ha culminado en su totalidad, pues el Instituto Electoral del Estado entregó las constancias de los candidatos electos en municipios y las diputaciones de mayoría relativa y representación proporcional; únicamente queda el proceso judicial para el desahogo de las impugnaciones presentadas por los distintos partidos políticos.
Dichas elecciones arrojaron que Morena se mantuvo como la mayor fuerza política del estado pese a perder la capital y ciudades importantes como San Andrés y San Pedro Cholula, mismas que gobernaban, mientras que el PAN y el PRI en alianza les alcanzó para estar por detrás de los lopezobradoristas, por lo que piensan volver a unirse en el 2024 para pelear por la gubernatura del Estado con un candidato común.
Ciertamente. Morena es el partido que más fracturas ha demostrado a lo largo del proceso electoral, pero sus conflictos internos se remontan al 2018; una serie de circunstancias han provocado que el partido guinda no haya podido renovar su dirigencia desde la salida de Gabriel Biestro Medinilla, pues ha tenido dos delegados desde el anterior proceso electoral la fecha: Mario Bracamonte y Edgar Garmendia de los Santos, actual dirigente del partido y quien tiene la oportunidad de asumirse formalmente como el presidente del CEE en el próximo proceso de renovación.
Recordemos que al término de las elecciones extraordinarias de 2019, aproximadamente en octubre de ese año, Morena intentó realizar las asambleas distritales para la designación de su dirigente estatal y nacional, los conflictos entre las ‘tribus’ del partido generaron conatos de bronca en varios distritos provocando que el TEPJF ordenara la reposición del proceso, desembocando en designaciones directas por la falta de tiempo de cara a las elecciones intermedias.
Por su parte, el PRI ha mostrado ser el partido ‘más ordenado’ en estos procesos. Debido a las elecciones extraordinarias se nombró a Lorenzo Rivera Sosa como dirigente para enfrentar las elecciones; posteriormente, designó a Néstor Camarillo para que realizara la organización del partido en las elecciones intermedias de este año, anunciando que tras el análisis de los resultados se renovaría nuevamente el CDE.
Al haber sido una designación directa, los estatutos del PRI le permitirán a Néstor Camarillo volver a contender por la presidencia estatal del partido y de esta forma asumir las responsabilidades de crear la estructura que utilizarán para el 2024, así como de tomar la decisión si se repetirá o no la alianza electoral.
Finalmente, lo que respecta con el PAN vivió un momento de tensión en las elecciones de este año, pues un sector del partido no estuvo de acuerdo con la designación de las candidaturas que realizó su dirigente Genoveva Huerta Villegas en diversos municipios.
personajes históricos del PAN como Rafael Micalco y el propio Francisco Fraile, han levantado la mano para intentar quedarse con la presidencia del PAN, pues han acusado la intromisión de personajes externos al partido como lo ha sido la de Fernando Manzanilla.
Aunque Huerta Villegas tiene la oportunidad de reelegirse y fuentes internas al partido refirieron que está dentro de sus planes, arrastra el llamado ‘Geno-cidio’ de la elección donde la señalaron por venta de candidaturas, ‘dedazos’ y favoritismos, inclusive puso a su cuñado como candidato a una diputación local