Psic. Gonzalo Valenzuela R.
Honraré la Navidad en mi corazón
y procuraré conservarla durante todo el año
-Charles Dickens
Ya viene la Navidad, el cumpleaños de Jesús; época maravillosa de bendiciones, perdón y esperanza, que obliga a preguntarnos ¿Qué regalaré al Dios que se hizo hombre, al hombre-Dios, redentor y salvador nuestro? Debe ser un regalo grande, especial, que provenga del corazón, un regalo espiritual; de gratitud y adoración, un magnífico presente que involucre todo tu ser, el deseo de renovación y conversión.
El divino Maestro espera mucho de ti; conoce tu potencial, sabe de lo que eres capaz. Cada nuevo día te da otra oportunidad. Aunque lo trates de ignorar Él está ahí, en un rinconcito de tu corazón, esperándote y animándote. Cuando no puedes más con tu cruz, Él te da la fuerza para continuar.
Cuando cruzas por valles oscuros, Él te da luz; cuando se avería la brújula del bien actuar, Él te marca el rumbo; cuando dudas, de Él surge la verdad. Así que tu regalo debe ser magnífico. Un regalo que trascienda y perdure. Regálate tú. Lo que más desea es tu amor y tu amistad. Un amor compartido con tus hermanos, una amistad puesta en acción, para que no haya tanta desigualdad. Desea que incineres el egoísmo y renazca la generosidad.
Les comparto esta carta del niño Jesús que recibí de manera anónima hace un tiempo:
“Querida familia:
Desde que me enteré que hoy se iban a reunir a preparar mi fiesta de Navidad, he estado inquieto y con mucha curiosidad, por saber que sería lo que planeaban hacer para festejarme, no lo puedo evitar, mi curiosidad de niño me tiene emocionado.
Les escribo para decirles que les agradezco mucho que se acuerden de mí, pues cada día es menos la gente que piensa en cómo me gustaría que fuera mi fiesta, y la verdad, no es porque yo desee grandes cosas para sentirme festejado, pero si vieran cuantas veces me ha pasado que me dicen que la fiesta es en mi honor y luego me dejan solito en un rincón.
Sólo me toca verlos comer, beber, romper piñatas, gritar, reírse y muchas veces hasta pelearse, y yo quisiera participar, me gustaría tanto que en el intercambio de regalos hubiera algo para mí, pero no, desde mi rincón espero nervioso y pienso: -Ahora me van a llamar a mí-, -Yo sigo- -Ya me va a tocar-, y termina todo y a mí, el festejado, nadie me ha regalado nada, soy un niño y eso me pone triste.
¿Quieren de veras hacerme feliz?… pues bien, les voy a decir cómo me gustaría que fuera mi fiesta: Primero; quisiera que sólo vayan los que realmente lo deseen, no me hace feliz que obliguen a nadie a ir a mi fiesta. No se preocupen mucho sobre que vamos a comer o beber, Yo estoy acostumbrado a cosas sencillas y no muy abundantes.
Me gustaría mucho que hubiera un ambiente de verdadera alegría por mi nacimiento, que haya música, cantos, aunque no lo hagan muy bien, Yo tan poco tengo muy buen oído, pues sólo se escuchar con el corazón.
Y quiero un regalo; un regalo grande, durante el intercambio, que tenga mi nombre y que me llamen al centro para dármelo; en ese regalo quiero que estén sus corazones limpios, en paz, rebosantes de alegría para mí, quiero que mi regalo esté lleno de ese perdón que Yo traigo para todos ustedes, y que me haría muy feliz que lo dieran unos a otros.
En fin, no les quito más su tiempo, pues sigo pidiendo como niño que quiere ser el centro de la fiesta, a lo mejor la próxima ya no me invitan. En verdad, denme lo que ustedes quieran y les prometo que con eso voy a estar muy contento. Gracias por pensar en Mí.
Los quiere mucho:
El niño Jesús”.
Como siempre gracias por tus comentarios y sugerencias en: oasis_govara@yahoo.com.mx