Psic. Gonzalo Valenzuela Ramírez
La felicidad es un camino, no un destino
La felicidad es una actitud, un compromiso personal. Si en algún lugar deseas buscarla empieza en tu propio ser, derriba el mito de que proviene de afuera, de tus éxitos y logros materiales, de las personas que te rodean, no dejes ese enorme poder en manos ajenas, ni en los caprichosos brazos de la suerte.
Nada ocurre por casualidad; cualquier cosa que te propongas, incluyendo el logro de la felicidad y la paz interior, requiere de un 98% de preparación mental y un 2% de acción física, para ello necesitas disponer diariamente de un tiempo para estar en silencio, ir más allá del barullo de pensamientos intrusos.
Ponte en contacto con tu Ser Superior, con esa fuente inagotable de amor, date cuenta de que estás conectado con todo y con todos, eres un milagro viviente, la expresión divina de la vida, visualízate como si estuvieras en un espejo de cuerpo completo, mantén tus ojos cerrados y siéntate o recuéstate en una posición cómoda. Conserva esa imagen de felicidad en tu mente, trabaja en ella, como si fueras un escultor tallando su obra maestra.
Cada pensamiento está creando tu futuro, recuerda que cualquier cosa que quieras lograr, primero lo haces en la mente, a través de pensamientos e imágenes, y tu cerebro buscará la manera de obedecer y hacer realidad tus más profundos y ardientes deseos.
Así que un primer elemento es el deseo, si tu intención es gozar de felicidad, exprésalo cada día como si fuera algo consumado, en primera persona y en tiempo presente, de manera afirmativa, por ejemplo: “SOY FELIZ Y DOY FELICIDAD” “CADA DIA Y EN TODO MOMENTO PERMITO QUE LA FELICIDAD FLUYA POR MI VIDA”.
Repite estas afirmaciones cuando tu mente esté tranquila, de preferencia momentos antes de ir a dormir, o por las mañanas, para que su efecto sea más poderoso. Memorízalas y exprésalas con suavidad y ternura mirándote en un espejo, tan a menudo como tú lo decidas. De esta manera te estarás programando conscientemente para ser feliz.
Proponte cada día no juzgar nada ni a nadie, acepta a las personas tal y como son. Ten presente que: el necio desespera por lo que espera y el sabio espera lo inesperado, siempre habrá cosas que no puedas cambiar, y en las que puedes influir, pero habrá otras en las que sí, enfócate en ellas.
Tú no puedes cambiar a las personas, lo que sí puedes hacer es cambiar tu actitud hacia ellas, mientras más aceptación, amor y respeto les demuestres más saborearás los frutos en esa relación.
Recuerda que la felicidad depende de ti, llénate de entusiasmo cada día y da gracias por todos los beneficios que recibes del Creador, admira la belleza de la naturaleza. Ahora que tus hijos están de vacaciones vayan a la playa, a los bosques, a la montaña, siente la brisa tibia acariciando tu cara, estás vivo, date otra oportunidad, sonríele a la vida y a la felicidad.
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