OASIS. Experiencia Onírica (Primera parte)

Psic. Gonzalo Valenzuela R.

 

OASIS

Experiencia Onírica

(Primera parte)

 

Hoy tengo el gusto de compartirles el cuento Experiencia Onírica de Mirtha Castellanos Zequera, orgullosamente veracruzana. Escritora, poeta y empresaria mexicana, egresada de la Escuela de Escritores de México S.O.G.E.M, fundadora de las Revistas Virtuales: Young Talent Magazine y de la Comunidad Literaria Siglo XXI. Sus trabajos han sido publicados en periódicos, revistas y antologías nacionales e internacionales. Ha Publicado 15 obras literarias entre poesía y cuentos.

 

Experiencia Onírica

 

En la quietud de la noche, Jorge fue arrastrado a un sueño tan vívido que parecía real. En ese extraño trance onírico, se encontraba en un lugar que desafiaba toda lógica: un espacio que mezclaba la solemnidad de un panteón con la funcionalidad de un hospital y la espiritualidad de una iglesia.

 

Las paredes estaban adornadas por una luz en tonos cobrizos y dorados, en el lugar en vez de féretros, había camas dispuestas en filas ordenadas. Cada cama albergaba a una figura conocida: su tía Violeta y su abuelita estaban allí, junto con otros rostros familiares. Pero lo más inquietante fue ver a su tío Ernesto, inicialmente presentado como muerto. Jorge observó con incredulidad cómo las personas reunidas rezaban en silencio alrededor de Ernesto, antes de prepararse para acomodarlo en su «lugar», que no era una tumba, sino una cama.

 

Justo en el momento en que estaban a punto de dejar a Ernesto en su lecho, ocurrió lo imposible: abrió los ojos, como si despertara de un sueño profundo. El alivio inundó a Jorge y a su tía Violeta, quienes se apresuraron a reconfortarlo y asegurarse de que estuviera bien. Su abuelita, con una calma que desafiaba el caos circundante, se unió a ellos para abrazar a Ernesto, como si estuvieran en un hospital brindando consuelo a un paciente enfermo.

 

Pero la surrealidad no terminó ahí. En medio de la tranquilidad tensa, cuando todos parecían aceptar la extraña realidad del lugar, su abuelita, en un gesto tan humano como inesperado, expresó la necesidad de ir al baño. Se levantó de su cama improvisada y salió corriendo entre las otras camas que semejaba un hospital, buscando el camino hacia la intimidad de un baño desconocido en un lugar tan anómalo.

Jorge y su tía Violeta intercambiaron miradas cargadas de misterio y asombro. La atmósfera en aquel lugar era densa con un sentido de lo desconocido, como si estuvieran tocando los límites de un plano entre la vida y la muerte. Cuidar a sus seres queridos en un espacio que desafiaba las leyes de la realidad cotidiana era tanto inquietante como profundamente conmovedor.

Al despertar, Jorge se encontró con la extraña dualidad de emociones que dejó su sueño. Se levantó con el recuerdo vívido de haber cuidado a su abuelita y a su tía Violeta en un lugar entre la vida y la muerte, junto con su tío Ernesto, quien milagrosamente parecía haber resucitado en su visión.

 

La realidad le golpeó con fuerza cuando recordó que su abuelita y su tía ya no estaban vivas. Sin embargo, lo que realmente lo desconcertó fue darse cuenta de que su tío Ernesto, al que había visto «muerto» en el sueño, estaba vivo y bien en la vida real.

 

El día transcurrió con una sensación de irrealidad persistente. Jorge no podía quitarse de la cabeza la imagen de sus seres queridos en aquel extraño lugar, ni el hecho de que Ernesto estuviera tan vibrante en la realidad. Se preguntó si el sueño tenía algún significado más profundo, si acaso era un mensaje enmascarado sobre la vida y la muerte, sobre el cuidado y la conexión que persiste más allá de la separación física.

(CONTINUARÁ)

 

Como siempre gracias por tus comentarios y sugerencias en: oasis_govara@yahoo.com.mx