PSIC. GONZALO VALENZUELA R.
La celebración del nacimiento de Jesús es un símbolo, más que una tradición, te recuerda que desea nacer en tu corazón, manifestarse a través de tus pensamientos y acciones, fácilmente se olvida el propósito de vivir, porque la carne es débil, somos presa fácil de los apetitos carnales, de las distracciones mundanas.
¿Cómo vives la Navidad…? Tal vez ya colocaste en tu hogar la corona de adviento y te preparaste en las cuatro semanas que le precedieron con ayuno y oración, o quizás te haya dado por investigar a fondo y por tu cuenta sobre lo que predicó Jesús y trates de darle un nuevo sentido a tu vida, al aplicar sus enseñanzas.
Es un tiempo propicio para reflexionar sobre el impacto que puede tener en tu existencia, sobre cuál es el verdadero destino de tu vida, cómo puedes lograr la verdadera paz interior, meditar sobre cómo anda tu relación con Jesús, lo que piensas en relación a su poder transformador, porque puedes estar harto y sin embargo hambriento. Todos tenemos la necesidad de alimentar el espíritu.
Esa sensación de vacío e insipidez en la vida, se debe a la desnutrición de la fe, piensa en lo que puedes hacer, día con día, que asegure tu crecimiento espiritual, fortalezca y nutra tu esperanza. Cómo debe ser tu conducta diaria para que te haga sentir bien y en paz contigo mismo y con todo lo que te rodea, conectado con ese Ser Supremo que es la fuente de toda luz y de todo saber y con su amadísimo hijo Jesús.
¿Cómo vives la Navidad…? yo tengo buenos recuerdos, cuando niño el espíritu navideño impregnaba las celebraciones, encendíamos la magia de la unión familiar, del amor y la paz. Mi padre, era el encargado de preparar la harina y freír las hojuelas, mientras los hermanos colaboraban en estirar la masa, ayudados con botellas, mientras oíamos villancicos o las Ardillitas de Guerrero.
El sentido de la Navidad va mucho más allá de la fiesta, es un recordatorio de la urgente necesidad de albergar dentro de cada ser la chispa de la esperanza, de sacar lo mejor de cada uno y compartirlo con los demás, poner en práctica el precepto de Jesucristo: amar a tu prójimo como a ti mismo.
La Navidad es un momento propicio para las reconciliaciones a través del perdón, reiniciar las buenas obras y el planteamiento de mejores propósitos. Transmite a tus amigos y familiares palabras de aliento, tus mejores deseos y si tienes hijos pequeños, enciende la magia de los Reyes Magos.
Tu corazón es una fuente infinita de amor y entre más lo uses y repartas, más tendrás para compartir, porque su abastecimiento es inagotable, proviene de otra fuente mayor, que es Dios y donde hay amor no hay temor, se disipan las angustias, las dudas y el odio, a eso justamente invita la Navidad.
Creo que Jesús siempre llama a tu puerta para que lo dejes entrar, quiere nacer y renacer dentro de ti cada día, y es en estas fechas cuando toca más fuerte a la puerta de tu corazón, quiere pasar y cenar contigo, al fin y al cabo, Él es el festejado. Piensa… ¿Qué le vas a regalar?
Lo demás es irrelevante, los banquetes, las fiestas elegantes, las bebidas, la música y el baile, si no has comprendido que lo primordial es invitarlo y aceptar con humildad que renazca dentro de tu ser y honrarle con tus buenas obras y acciones.
Espero que vivan esta Navidad con ese espíritu de paz y amor que todos ustedes se merecen, en compañía de sus seres queridos, que enciendan nuevamente la llama de la fe y experimenten la dicha inmensa de lograr sus anhelos, hoy, mañana y siempre. Un fuerte y afectuoso abrazo. Todo lo pueden en Cristo que les fortalece.
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