Nicolás Gutiérrez. Tercera Antología Internacional de Poesía (Sabersinfin)

 

NICOLAS GUTIERREZ. Nació en Portland, Oregon, Estados Unidos, en 1963. Estudió la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la UDLAP y la maestría en Comunicación y Diseño Gráfico en la UIA Unidad Golfo-Centro. Participó en el taller literario La Masacre de Cholula con los maestros Pedro Ángel Palou y Frank Loveland (UDLAP). Fue parte de la antología Palabras Perdidas, editada por el grupo Punto G. Y en la antología de poesía Alborada Poética, editada por el Círculo de Escritores Sabersinfin. También publicó en la antología de cuento Nom_Omnis Moriar del Círculo de Escritores Sabersinfin.

 

MIND WARRIORS

 

Por la calle corrí a ti, Jardín Winston Churchill.

Una blanca cascada se precipitaba a la banqueta.

Y del oscuro y grumoso polvo rescaté las lecciones.

De Hilel

el sabio.

En la artera trampa de tu sonrisa, caí.

No hay día en el que no te vea pasar, calle Andrés Bello.

Desde mi guarida hecha de maíz y barro, aguardo

corro a tu encuentro y

adivina qué.

Este viejo nahual, mi único amigo, abraza mis piernas, y menea la cabeza.

¡No!, ¡no!, ¡no!, ¡no!, ¡no!, ¡no!, y ¡no!

Cuando en tu escoba llegas volando a la sinagoga, él calla.

Como verás, es un canalla.

Siempre arrastro mis pies para llegar a tu encuentro.

Para llevar tus compras, te vendo el sol o la lluvia.

Bajo mi sonrisa, te oculto siempre el corazón.

Me obsequias el Sefer Yetzirah,

te obsequio el Chilam Balam.

Me declamas los diálogos de León Hebreo,

te declamo El Canto de las Mujeres de Chalco.

Mientras por tu lengua hablan profetas y patriarcas de Judea,

por la mía habla este nahual, con la lengua florida.

Te declamé un poema de Carlos Cifuentes:

Los corazones son como dos astros

giran uno en rededor de los otros

la distancia semeja la cercanía

pero son galaxias con su lejanía

Y me declamaste a Magdalena Alcalá:

El corazón no es algún objeto

¿Será acaso un río sin ruta

o gaviota en busca de una pista?

El amor es proceso, un sujeto.

Y entonces mi máscara de jadeíta cayó.

Viste el rojo carmesí de mi corazón.

Quise abrir tu pecho con el cuchillo de obsidiana.

Fusionar tu corazón con mi corazón.

El nahual jala mi pantalón mientras me muestra el cuchillo.

¡No!, ¡no!, ¡no!, ¡no!, ¡no!, ¡no!, y ¡no lo haré!

Desesperado, ya en mi guarida, aspiré aquel polvo blanco

que indios bolivianos me obsequiaran.

Vi negras nubes en ciernes sobre Polanco.

Los guerreros de la mente ya vienen,

relucientes, poderosos, invencibles, cual ángeles.

Bajo la cama, se oculta mi nahual.

Entonces salgo a advertirte:

¡Ahí vienen los guerreros de la mente!

¡Ahí vienen los guerreros de la mente!

¡Montados en su nube de tormenta!

Y tú, solo ríes.