Miguel Barbosa, dos años al frente de Puebla

Al gobernador Miguel Barbosa, le ha tocado enfrentar la más grave crisis de salud de la historia situación que, sin duda, dio un giro al sentido de gobierno que pretendía encabezar. Y es que, los primeros resultados en la lucha contra la inseguridad, el combate a corrupción del pasado y la estrategia contra el COVID-19, que llegó justo cuando apenas llevaba siete meses de administración, son los datos y las circunstancias que habrá que ponderar en el II Informe de Gobierno de Miguel Barbosa Huerta.

Por ser cuantificable, el combate a la inseguridad es el resultado más palpable. Los robos totales han bajado 31.21 por ciento, 20.68 los homicidios, 66.15 los secuestros, 12 por ciento los feminicidios, 21.54 las violaciones. Por ejemplo, el robo en transporte público, de los índices que la gente más percibe por su cotidianidad, bajó 46.99 por ciento.

De manera objetiva, a la luz de las cifras duras, este ha sido el logro más evidente de la administración de Miguel Barbosa, situación que debe reconocerse, pues la violencia en todo el país ha venido en aumento.

Otro tema a destacar que desde campaña ofreció el hoy mandatario y que ha cumplido es la revisión de la corrupción del pasado. El cese del modelo de negocios en que el morenovallismo convirtió a la administración estatal. Casos como el de RUTA, la gran y grave deuda, el enriquecimiento con factureras, la relación crimen-políticos, el retiro de concesiones que se habían pactado por décadas, entre otros, son hechos puntuales que se han venido dando.

Recordemos que en marzo de este año, cuando la actual administración estatal tenía apenas 7 meses cumplidos completos, llegó la pandemia. Frenó todo. La inversión en obras. Planes. Proyectos. Esto no podía ser de otra manera, el Gobernador decidió concentrar esfuerzos económicos, técnicos y humanos en atender la pandemia que ha cobrado la vida de mas de 5 mil poblanos.

Su famoso Pacto Comunitario y las acciones que se han implementado tienen también resultados. Así lo han reconocido al menos en tres distintas ocasiones desde el gobierno federal y otras instancias. Falta el último tramo. Y las acciones siguen todos los días.

Un elemento insoslayable en el análisis son sus detractores y su principal “argumento”: la salud del mandatario. Sus enemigos suponen que esa es su “mayor debilidad”. Incluso han llevado y traído información falsa a Palacio Nacional. Sin embargo, se sorprenderían de verlo trabajando todos los días, todo el tiempo, con lucidez y firmeza.

Una mención adicional, en estos dos primeros años, la merece el gabinete. Quizá ha sido el de mayor movilidad, porque tampoco es fácil comprender el estilo personal de ejercer el poder de Miguel Barbosa. Él sabe que no todos los integrantes de su primer equipo están, han estado o estarán a la altura de su gobierno. Si no ha cambiado a algunos es simplemente porque no ha encontrado el relevo adecuado. Pero eso no será para siempre.

Ha habido casos, como el de David Méndez, en la Secretaría de Gobernación, quien mal asesorado por sus familiares más cercanos, suele no querer comprometerse ante asuntos delicados de Estado.

Ésos que debería atender él, los acaba enfrentando y resolviendo el propio gobernador. Pero David siempre sale con las manos limpias.

O el de Abelardo Cuéllar, en la Secretaría del Trabajo, quien ha sido descubierto en tratos que pueden fácilmente enmarcarse en conflicto de intereses.

Pero ha habido, también, agradables sorpresas, como Beatriz Manrique, en la Secretaría de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial. También Vanessa Barahona en Turismo y Sergio Vergara Berdejo en Cultura.

Se ha dado también en este tiempo la consolidación de quien es considerada como la mejor del gabinete, la secretaria de Desarrollo Rural, Ana Laura Altamirano.

Llega así el barbosismo a su segundo informe. No confundir con dos años. Hay mucho por delante, sin duda. Y viene el gran reto electoral de 2021, cuando la administración morenista se someterá en los hechos a una especie de referéndum.

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