Gustavo Monterrubio Alfaro
Donald Trump, al alimón con Washington, está construyendo una narrativa falsa para apoyar y justificar la aventura israelí en su respuesta al ataque iraní, sin medir las apocalípticas consecuencias que eventualmente desencadenaría, una vez finalizado el proceso electoral, si éste no termina en sarracina. La misma estrategia mendaz, la descarada manipulación mediática que usó George W. Bush para justificar la invasión y destrucción de Irak: la nunca probada existencia de armamento nuclear en el arsenal de Saddam Hussein.
Estados Unidos tiene una añeja experiencia en fabricar atentados, para encubrir sus ambiciones imperiales, citaré sólo dos ejemplos.
A las 21:40 del 15 de febrero de 1898, hubo una explosión a bordo del USS Maine, anclado en el puerto de La Habana. La prensa de inmediato se preguntó ¿accidente o atentado? Sin más preámbulo, los principales medios se enfocaron en culpar a España, en lo que obviamente nada tenía que ver; fue más un auto atentado, un descuido, un accidente, se habló del choque con una mina. La guerra hispano-estadounidense comenzó en abril de 1898.
Con esta sucia maniobra, sacrificando a cientos de marines, Estados Unidos expulsó a España y se apoderó de la isla, la convirtió en su burdel y base de operaciones militares, hasta que los barbudos de Sierra Maestra obligaron a huir precipitadamente al títere que había impuesto, el dictador Fulgencio Batista.
El incidente del Golfo de Tonkin, se refiere a una supuesta agresión de Vietnam del Norte a barcos norteamericanos que nunca ocurrió, pero fue la excusa para escalar la participación de Washington en la guerra de Vietnam; de la que saldría huyendo precipitada y vergonzosamente.
El preámbulo de este sucio montaje fue el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, en virtud que había emitido órdenes ejecutivas para poner fin al sanguinario y oprobioso negocio de la guerra; un crimen de estado, hasta la fecha no aclarado.
Se esperaba el regreso simbólico de los primeros mil marines a casa en vísperas de navidad; el complot contra Kennedy, orquestado en las cloacas del poder, fue activado el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas, donde fue tiroteado con fuego cruzado y herido mortalmente, murió en el Hospital Memorial Parkland.
El cómplice y beneficiario del magnicidio, Lindon B. Johnson, no sólo ignoró las directivas de Kennedy, por el contrario, firmó las órdenes que metieron de lleno a Estados Unidos en una guerra criminal, inmoral e injustificada.
Se estima que al iniciar la guerra de Vietnam el gasto en defensa ascendía a diez mil millones de dólares, al terminar alcanzaba más de cien mil mdd, financiado con incrementos de impuestos e inflación. Este era el verdadero leit motiv: la guerra como negocio; la lucha contra el comunismo y por la libertad y la democracia, es retórica hueca, demagogia para consumo de la llamada opinión pública.
George Stephen Morrison fue un contraalmirante de la Marina de los EE. UU., aviador naval y comandante de las fuerzas navales de los EE. UU. en el golfo de Tonkin durante el incidente del golfo de Tonkin en agosto de 1964. (Wikipedia)
Este tipo era padre nada más y nada menos que del Rey Lagarto, el legendario Jim Morrison. Al parecer esta criminal acción de su padre y la alcahuetería de su madre, que costó inenarrables sufrimientos, extensas áreas estériles e incontables muertes en ambos bandos por el uso de químicos como el napalm y el agente naranja, millones de vidas y muchos cientos de miles de millones de dólares de los contribuyentes, motivó su alejamiento del hogar y ocultar su origen familiar, por la vergüenza, ira, odio o frustración que le causó, y plasmó en una de sus canciones: The End.
Las declaraciones de funcionarios de la Casa Blanca, respecto a la supuesta presión para que Natanyahu cese o modere el descarado y cínico genocidio palestino, así como las declaraciones cantinflescas de Kamala Harris sobre el tema, son retórica hueca, para ganar tiempo y tratar de atraer votantes que apoyan a Palestina, en virtud que el resultado es incierto aún, y en una carrera tan cerrada, estos votantes pueden inclinar la balanza a favor de cualquiera; este cualquiera podría ser Trump.
Desde el montaje del segundo atentado, a esta mentira, Trump sumó otra: vinculó a Irán con el falso tirador.
Tiene una justificación, aunque no tiene las pruebas, pero para el mentiroso compulsivo Trump, ¿acaso eso importa?, el asesinato de Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, ocurrido en 2020 y ordenado por él.
Recientemente ha solicitado reforzar su seguridad porque, dice, Irán lo tiene en la mira; de inmediato Biden giró instrucciones para que se le brinde seguridad como si fuera el presidente. Obviamente que esta rápida reacción del taimado Biden, es por su propia seguridad, en virtud que el histriónico Trump, es capaz de organizar otro auto atentado y cargárselo a quien más le convenga: podría ser la Casa Blanca.
Porque, como decimos por estas latitudes: cuando el perro es bravo, hasta a los de casa muerde.