Gustavo Monterrubio Alfaro
¿Quién se impondrá: Kamala, Trump; la cordura y la razón o la locura y la irracionalidad?
Se reciben apuestas.
Pues bien, en unos días se despejará la incógnita de quién será la o el próximo inquilino de la Casa Blanca, si todo transcurre en calma, lo que al parecer, podría no ocurrir. Los momios siguen danzando en la palestra del caos y ni los apostadores profesionales arriesgan martingalas por uno de los contendientes en liza.
La elección transcurrirá en paz, al margen de si el resultado se ajusta a los datos verificables o éstos se manipulan, si se repite el fraude, como el que le aplicaron a Al Gore. George W. Bush, fue impuesto con maniobras fraudulentas, avaladas por la Corte Suprema, la cual controlaba su padre, George H. W. Bush. ¿Cómo obligaron a Al Gore a comer sapos sin hacer gestos? Habría que preguntárselo a él. El mismo tratamiento podrían aplicarle a Kamala Harris, si lo acepta como aquél, no habrá lugar para la violencia. Ahora supongamos que Kamala no se rinde o no se somete al Establishment, y pelea por su triunfo, aun por estrecho margen, entonces se crispará el ya enrarecido ambiente.
Si Trump también se impone por estrecho margen, o con malas artes, y Kamala no acepta el resultado, entonces habrá camorra, sin duda.
Como medida preventiva, para desviar la atención, ya hay señalamientos de injerencia extranjera en la elección, y obviamente los malos de la comedia son los chinos y los rusos, los villanos favoritos de la nomenclatura anglosajona; sin embargo, si fuera real esta injerencia, sería darle una sopa de su propio chocolate, porque Estados Unidos acumula una larga lista de intervenciones en todo el planeta, por lo que carece de autoridad para acusar a otros. No hay que olvidar que la supuesta injerencia rusa en las elecciones precedentes, resultó falsa.
Esta elección plantea, en principio, una extraña paradoja: Trump, fascista de cepa, sinónimo de violencia extrema, podría transformarse en pacifista, poniendo fin a la guerra en Ucrania; estoy seguro que lo hará, si gana, no es sólo promesa de campaña. Como presidente y candidato, el inestable, agresivo y pendenciero Trump, adoptó una actitud condescendiente, campechana y casi sumisa con Putin.
Tengo mi teoría al respecto. Vladímir Putin fue funcionario de la KGB y del FSB, los servicios de inteligencia soviético y ruso, respectivamente, por lo tanto, sabe cómo obtener información sensible, aquilatar el valor de la misma y estimar el costo de oportunidad por mantenerla en reserva o divulgarla, obteniendo el mayor beneficio personal o para Rusia. En este tenor, sospecho que posee información de Trump, -videos, fotos, audio, documentos- que de hacerse pública arruinaría su carrera política y su vida personal, y podría conducirlo, sin excusas, a la cárcel. Obviamente no sé exactamente qué sea, pero me arriesgo a especular que podrían ser tres tópicos: negocios turbios con sujetos turbios, revelación de secretos de estado y orgias con prostitutas o damas de sociedad. En fin, ya veremos.
Respecto a Israel, no creo que cambie la situación, su yerno es judío, tan sólo ha afirmado que bajaría presión a la caldera a punto de estallar.
Ahora bien. ¿Será el día D de Donald Trump? ¿Será el día del camaleón de Kamala Harris? Esta es la cuestión.
Por mi parte tampoco tengo un pronóstico razonable, sin embargo, suelo jugar con escenarios y eso haré.
Esta será una contienda no apta para cardíacos. El montaje está dispuesto como de costumbre: el sistema electoral más corrupto, antidemocrático, tramposo y laberíntico del mundo, diseñado para procesar toda suerte de triquiñuelas, maniobras, fraudes, transas, ilegalidades, etc.
Acotado para que sólo dos magos de Oz ingresen al escenario circense, mismos que fueron contratados (elegidos y comprados) por las industrias militar, farmacéutica, financiera y energética; los cuatro jinetes del apocalipsis portadores de calamidades, catástrofes y lindezas semejantes, beneficiarias del infame negocio de la muerte y la destrucción: la guerra, se aprestan a ejecutar la misma rutina, el mismo programa. Este espectáculo cuatrienal se monta para embobar al público, al que ofrecen pan y circo, en un ritual que se repite soso y mecánico, que aparenta ser diferente, cuando sólo cambian los rostros y los nombres y en ocasiones ni esto.
El objetivo de las marionetas consiste en ganarse el aplauso (voto) de la plebe, a la que se le concede el heroico acto de votar, jamás el de elegir, porque esta es potestad absoluta de los titiriteros.
En mi modesta opinión, el espectáculo se desarrollará en tres pistas: la diferencia de votos entre ambos candidatos rondará el rango de error estadístico 5%, la distribución de delegados electorales oscilará en los primeros resultados pero tenderá a ser paralela con la votación emitida, y la elección podría decidirla un estado, tal vez, el de la comunidad árabe más grande, esto claro, siempre y cuando no haya mano negra en el proceso electoral.
Ante este resultado incierto y un sistema electoral permisible, según legisladores, investigadores del Congreso, operadores de partidos, funcionarios electorales y expertos en derecho constitucional, Trump podría ganar perdiendo.
¿Cómo? Alegando lo que desde el 2020 repite sin cesar, que sólo con fraude electoral lo derrotan los demócratas.
Que funcionarios estatales y de condados amigos se nieguen a certificar los resultados electorales, lo que no impediría el proceso, pero ayudaría a presionar a los legisladores electos en los parlamentos estatales y en el Congreso.
Pediría a sus aliados en las legislaturas de los estados clave controlados por el Partido Republicano para que designen electores presidenciales ‘alternos’. Luego, los republicanos del Congreso respaldarían a estos electores, o al menos rechazarían a los electores demócratas, cuando se reúnan para certificar el resultado.
Podría intentar que a la candidata demócrata Kamala Harris se le nieguen 270 votos en el Colegio Electoral, enviando la elección a la Cámara de los Representantes, donde es probable que los republicanos tengan los números para elegir a Trump como el próximo presidente. (Fuente: RT. 21 oct 2024 09:49 GMT)
Repito, el meollo del asunto estriba en si Donald Trump se impone por las buenas o por las malas, y si Kamala Harris acepta cualesquier resultado, porque de ello depende cuál será el desenlace de esta elección, en un contexto de crispación creciente.
¿Convocará Kamala, convocará Trump, a sus respectivas huestes a tomar las calles o las armas, en defensa de la democracia y la libertad?
Porque fanáticos que apoyan a Trump son milicias armadas con entrenamiento paramilitar, que odian al estado al que acusan de castrar su libertad; los seguidores de Kamala son pacifistas, pero podrían mudar su pasividad civilizada por armas que seguramente poseen, como todo buen WASP que se precie de serlo, de donde se sigue que podrían suscitarse escaramuzas callejeras, que tal vez se extenderían por toda la geografía nacional.
No pocos ciudadanos estadounidenses, políticos y analistas de diversas latitudes han advertido del riesgo de una guerra civil, de prosperar las públicas intenciones de Trump de imponerse a cualquier precio y a como de lugar, sin escatimar costos sociales, políticos, económicos y militares, porque lo consideran un peligro para eso que llaman democracia y libertad en el país de la segregación racial endémica, de la pobreza creciente, de la más grande población carcelaria y de la violencia cotidiana, el más inseguro del planeta, si no se habilitan instrumentos civilizados para dar cauce a las tensiones y resolver las controversias.
Tales como el mantra que desde el 2020 repite Trump una y otra y otra y otra vez: ¡Fraude! ¡Fraude! Podría también intentar descarrilar el proceso electoral como ya se expuso, supra, o impedir la toma de protesta de Kamala; con la experiencia del fracasado intento del 2021, podría lograrlo en esta segunda oportunidad, no obstante, en este intento quedaría expuesto, porque no goza de inmunidad, no obstante, típico de Trump, arrojará la piedra y esconderá la mano.
Máxime que jueces y juezas alimentan esta posibilidad al concederle inmunidad, desestimar cargos, aplazar juicios y ofrecerle una vía de escape por los diversos juicios y múltiples cargos que acumula, en uno de los cuales, de nivel estatal, fue encontrado culpable y sólo falta la sentencia, que seguramente se emitirá una vez finalizada la contienda.
Donald Trump acumula un sinnúmero de crímenes y cualidades negativas y aún así estará en la boleta electoral y puede ganar la presidencia: fascista, racista, narcisista, xenofobo, mentiroso compulsivo, demagogo, manipulador, populista, megalómano, misógino, histrión, depredador sexual, forajido al estilo viejo oeste, defraudador fiscal, especulador, etc., etc., etc. Aclaro que no es un recuento exhaustivo. En suma, es el perfil apropiado en el contexto actual, incluso supera ampliamente las exigencias para ser el mandamás del decadente Estados Unidos de América.
Es la versión con esteroides del Príncipe de Maquiavelo, en la era digital. César Borgia, hijo del español Rodrigo Borgia, que asumió el papado con el nombre de Alejandro VI, aparece en la historia como tragedia; Trump, un mediocre presentador de televisión, aparece en la historia como farsa; esto sólo puede ocurrir en el país de Oz, o sea, Estados Unidos que se auto proclama “faro de la democracia”, adalid de la libertad, caudillo de los derechos humanos y censor de la moral pública.
Si se impone el fraude o se empantana el proceso, la unión americana no evitará convulsiones sociales que inevitablemente aterrizarían en acciones violentas que meterían al país en un vórtice muy, muy peligroso, que obligaría al gobierno a distraerse de la intervención en las calderas en ebullición de Europa del Este y el Medio Oriente, para atender el conflicto doméstico.
Ante la muy probable escalada en Palestina con la participación directa de Estados Unidos, y los nuevos frentes que amenazan estallar en la península coreana y en la isla de Taiwán, la Casa Blanca está buscando vías de escape “honorables” en Ucrania, para arriar banderas en este frente, concentrarse en el medio oriente y atender los nuevos focos de conflicto, el prioritario y mortal por definición: el interno, de ocurrir, claro.
Tal vez, ante la frágil estabilidad global y las persistentes provocaciones de Washington, China mueve ficha: Xi Jinping ha ordenado a las fuerzas armadas prepararse para el combate, con la mira puesta en Taiwán, y en la península coreana, Kim Jong-un pulveriza la comunicación terrestre con Corea del Sur, como preámbulo a una probable escalada bélica, y envía tropas al frente ruso de Kursk, lo que equivale a cruzar una línea roja peligrosa, que la OTAN y Estados Unidos, han cruzado desde, tal vez, el inicio del conflicto en Ucrania.
Los chinos son inteligentes y tienen en marcha un plan global para el mundo multipolar que impulsan, por lo tanto, velarán armas sólo como último recurso o si la oportunidad los obliga.
Como seguramente se han percatado, los focos de conflicto en Palestina, la posible rendición de Ucrania, al que tal vez se sumarían las coreas, Japón, Taiwán y la segunda guerra civil norteamericana, estiran peligrosamente al máximo las crecientes tensiones entre dos proyectos globales y opuestos: el multilateralismo vs el hegemónico unilateral.
Nunca la locura humana a estado tan cerca del Armagedón, y las voces sensatas son cada vez más débiles y escasas; parece que la especie humana se resigna a ser inmolada en la pira de la codicia y la irracionalidad: la picadora de carne la espera y camina pasiva y cabizbaja hacia un abismo arcano e ignoto.