Martha Elba Castelán Cuspinera. Desde el Taller de Escritura Creativa Miró, dirigido por Miguel Barroso Hernández, en Veracruz; Martha Elba Castelán Cuspinera escribe fragmentos de una historia que, por instantes, la toca muy de cerca. De manera sencilla, pero certera, habla del amor, de la familia y de tristezas que a la larga se transforman en felicidad.
Con la pasión de quienes, a través de la literatura, abrazan al mundo; Martha nos invita a reflexionar. El crecimiento de esas mujeres que han tomado las riendas de su vida, está presente en cada uno de sus textos.
La mirada del colibrí XIII
Luego de Cócono llegaría mi muñeca…
Eras una bebé hermosa, de ojos azules enormes y peloncita. Me recordabas a las niñas que aparecen en esas pinturas de la realeza del siglo XV.
¿Verdad que tienes a la mejor mamá del mundo? Desde que estabas en su pancita, te protegió como fiera. Naciste en plena pandemia: el Covid-19 amenazaba a la humanidad y, para evitar el contagio de una enfermedad mortal, prescindimos de la convivencia que hubiéramos deseado.
Nos tocó presumirte en las redes sociales y, siendo bebita, ya te habías convertido en “influencer”, sobre todo en el ámbito familiar.
Recuerdo que cuando te cargaba, en esos primeros meses de vida, llorabas mucho; pero poco a poco me fuiste reconociendo y nos convertimos en muy buenas amigas. Sólo espero ser tu cómplice siempre…
No lo olvides: la casa de los abuelos es –y será– el refugio perfecto para comer dulces, dormirse tarde, no sentirte bajo presiones, hacer lo que desees…
Soñé contigo, vistiéndonos de princesas. ¿Te puedes imaginar a las dos vestidas de Blancanieves? “Una flaca y otra gorda porque ya comió”. ¿Acaso, me permitirás sugerencias para tu fiesta de 15 años? ¿Cómo idearla? ¿Quizás, un viaje a la luna? ¿Te gustará cocinar como tu Yeya? ¿Será que jugamos en la casa de muñecas que mandé construir, mientras escribía estas líneas? ¿Disfrutamos viajando, por primera vez, al mar?
Tu mami me regaló dos nietos adorables: niños sanos, hermosos, felices, rodeados de amor. Ver la descendencia de mi querida hija, es la sensación más genuina de plenitud.
Sí, querido lector, ser abuela es como la maestría de la vida. El amor verdadero se conoce con los hijos, pero el amor más puro sólo llega con los nietos. El tiempo de los abuelos, ciertamente, es una deliciosa mezcla de risas, historias maravillosas y pasión.
CONTINUARÁ