Martha Elba Castelán Cuspinera. Desde el Taller de Escritura Creativa Miró, dirigido por Miguel Barroso Hernández, en Veracruz; Martha Elba Castelán Cuspinera escribe fragmentos de una historia que, por instantes, la toca muy de cerca. De manera sencilla, pero certera, habla del amor, de la familia y de tristezas que a la larga se transforman en felicidad.
Con la pasión de quienes, a través de la literatura, abrazan al mundo; Martha nos invita a reflexionar. El crecimiento de esas mujeres que han tomado las riendas de su vida, está presente en cada uno de sus textos.
La mirada del colibrí XI
¿Elegí mal a mi pareja?
Quizás fue lo que me tocó –pensamos. ¿Por qué cambiaste con el paso del tiempo? ¿Dónde quedó el amor, la historia romántica que construimos? ¿Quizás, solo en nuestras cabezas? ¿En qué momento se perdió el encanto?
En una relación, como no caben terceros, no se aceptan justificaciones. El hecho de culpar a otros, es no hacerte responsable.
La educación, las costumbres, los niveles socioeconómicos, quizás, influyen. Algunas parejas compaginamos, perfectamente, en la vida sexual: la pasión nos excede; sin embargo, en el área de la comunicación de sentimientos estamos bloqueados.
Mi suegro era un sabio o un buen impostor. Aún recuerdo su definición o parafraseo sobre el matrimonio:
“Es el choque estruendoso de dos mundos completamente diferentes…”
Las telenovelas y las películas de Walt Disney nos hacían creer en el paradigma del “… y vivieron felices para siempre”. Pero las relaciones humanas, en general, son mucho más complicadas. No existen personas totalmente buenas ni totalmente malas y sí relaciones codependientes donde una de las partes vive a merced del otro.
Los apegos se basan en carencias internas. Te auto posicionas en el último lugar, vives el ahogo y la desesperación, el temor a la soledad y permites TODO, lacerando tu valor. El instinto de supervivencia, en ocasiones –o cuando la relación se vuelve tóxica–, te hace salir huyendo antes de morir emocionalmente.
¡Por eso VIVE…! Vive sin ataduras. Toma un respiro. Distánciate, al menos, el tiempo que necesites para sanar, para recuperarte.
Yo pasé años en cursos, diplomados, talleres y terapias buscando la respuesta… y ¿sabes? La respuesta está dentro de ti. Nadie te va a salvar, solo tú puedes. Sanando las heridas te perdonarás y, por ende, vas a amar, aceptar, valorar… vas a encontrar las fuerzas para salir adelante y empezar a tomar tus propias decisiones, con responsabilidad y entera libertad.
Hoy, puedo perdonarlo TODO y continúo escuchando el eco de una hermosa canción, como si fuera mi propia voz. Aprende a volar, nos dice Patricia Sosa:
“Duro es el camino y sé que no es fácil
No sé si habrá tiempo para descansar
En esta aventura de amor y coraje
Solo hay que cerrar los ojos y echarse a volar
Y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir
No existe la razón que venza la pasión, las ganas de reír
Puedes creer, puedes soñar
Abre tus alas, aquí está tu libertad
Y no pierdas tiempo, escucha al viento
Canta por lo que vendrá
No es tan difícil que aprendas a volar”.
CONTINUARÁ…