María del Pilar Mabarak Palacios. El libro de mi vida

María del Pilar Mabarak Palacios. (Veracruz, México, 1962). Estudió la Licenciatura de Administración de Empresas en la Universidad Cristóbal Colón. Y entre 1999 y 2001 fungió como presidente de ANSPAC (Asociación Nacional Pro Superación Personal, A. C.), la cual se dedica a promover la superación integral de las mujeres para que, con el desarrollo del potencial humano, actúen transformando sus familias y sus comunidades.

En 2004 asistió al Curso de Finanzas Personales, impartido en las instalaciones de la CANACO Veracruz. En 2007 tomó 5 cursos de los 12 que ofrece el Dr. Alfonso Ruiz Soto fundador de la Semiología de la Vida Cotidiana. En 2010 participó en el curso sobre Mercadotecnia impartido por la Escuela Nissan y en 2020 en el curso de “Inteligencia del corazón” impartido por la famosa Gaby Vargas. En el año 2023 asistió al curso de Juan Lucas Martín: “Cambia tu mente, cambia tu cuerpo, cambia tu vida”.

Pily trabajó profesionalmente, durante 25 años, en la empresa Nissan Veracruzana de Autos, S.A. de C.V.; recorriendo todos los puestos de esta: desde vendedora de autos, hasta llegar a ser gerente general de una de las sucursales. Después de jubilarse en el 2017 y hasta la fecha ha tomado cursos en la ESCUELA DE LA FE, pero también se convirtió en una apasionada del SUP YOGA (práctica que combina el yoga y el paddleboard en el mar).

Actualmente, Pily es madre y abuela. En el taller de Escritura Creativa Miró, bajo la tutela del maestro Miguel Barroso Hernández, da los primeros pasos para desempolvar recuerdos y escribir sobre su propia historia.

 

El libro de mi vida

 

Si viajo a mis recuerdos más claros ya tenía 7 años. Era una niña de tez apiñonada, pelo castaño y delgada como bailarina de ballet. Siempre fui alegre, pero inflexible frente a las órdenes de los adultos, principalmente las órdenes de mamá.

Tuve la fortuna de tener a mis dos abuelas: Tita y Pepita, por mucho tiempo y que también me conociera y consintiera: Narcisa, la abuela de mi madre. Con ellas me metía a la alberca, sin advertencias o restricciones. Solo así podía apreciar la auténtica libertad. Hacía lo que yo quería y sentía mucha paz.

Mi nombre es Carolina, que significa “la que es libre”. Y así he querido sentirme siempre. Ahora que lo pienso, a la distancia, mi vida ha sido como la de un delfín que juega entre las olas del mar y solo siendo libre es verdaderamente feliz.

Hoy, a los 62 años, he decidido escribir y así comienza el libro de mi vida…