María de los Ángeles García Villegas. Disfrutándolo, en toda la plenitud de los sentidos, María de los Ángeles escribe historias que rozan su vida. Lo ha hecho siempre, de manera autodidacta y hoy, aplicando las técnicas narrativas aprendidas en el Taller de Escritura Creativa Miró, se siente más segura.
Junto a su maestro, Miguel Barroso Hernández, esta talentosa mujer veracruzana, pudiera convertirse en la cronista del Veracruz que algunos han olvidado. Al leer sus textos, puede pasarnos como con esos autores que nos dan ganas de salir corriendo a buscarlos y abrazarlos; porque María, más allá de dar explicaciones: muestra y nos invita a soñar.
Si te pierdes
La búsqueda de algo o de alguien puede llegar a desesperar o, por el contrario, convertirse en el comienzo de nuevas búsquedas.
Recuerdo aquel viaje al campo junto a mis vecinos. Era un lugar hermoso y disfrutamos compartiendo alimentos y buena plática, mientras los niños correteaban jugando y respirando libertad.
Como cuando todo va de maravilla, el tiempo transcurrió muy rápido. Llegó el momento de regresar y uno de los niños no aparecía. La angustia nos vistió mientras lo buscábamos.
-Juanito, ¿dónde estás? –clamaban sus padres. No podía andar muy lejos. Apenas tenía cuatro años.
Poco antes del anochecer, se escuchó un grito:
-¡Aquí está, aquí está!
Había caminado casi un kilómetro ¿Cómo era posible? Estaba frente a un cactus, arrancándole las espinas y sólo dijo en imperfecto balbuceo:
-¡Taba sufiendo como sufió Jesú!
¿Quién lo llevó hasta ese lugar? –nos preguntamos.
-Los chaneques –aseguró un vecino.
Pero yo pensé en la mano de Dios y vino a mi mente el viaje de José y María, a Jerusalén, para celebrar la Pascua:
Jesús tendría 12 años y también se había perdido. Lo hallaron en el templo platicando con los doctores de la ley.
-Tengo que atender los asuntos de mi padre –aseguró y nadie comprendió sus palabras.