Lilia Rivera. Indagación

 

Lilia Rivera. (Lilia R. Corcoran) Nació en Ciudad de México. Estudió en el Colegio Americano y Universidad Femenina de México (UFM). Obra poética en dieciocho antologías: Alborada poéticaPrimera, Segunda y Tercera Antología Internacional de Poesía Sabersinfín. Simbiosis, Still Life, entre otras. Poemarios: He, Who has Loved, De Complejidades y de Enigmas. Autora de las novelas: Después del Silencio, Bajo la Inercia, Gestaciones, Ha Maljut (El Reino). Antologías de cuentos: Zapata Cabalga en mis Letras, Non omnis moriar. Libros de cuentos:  London Tales (The Core of a city), Cuentos Poblanos (Testimonios de una ciudad). Obras de teatro: 1863; a la Hora Convenida, Yo, Saulo. Ha recibido reconocimientos locales, estatales, nacionales e internacionales. Colaboradora de la revista literaria Filigramma. Integrante del Círculo de Escritores Sabersinfín.

 

 

Indagación

 

Yaciente entre los residuos

de ecos lejanos

que aún persisten,

se filtran crípticos mensajes

de anhelos idos.

 

Sus débiles voces

se afincan recurrentes

en inaceptables espirales

de vacíos.

 

Llegan con fuerza

arraigándose por derecho propio

cual lanzas,

hundiéndose en el centro

del TODO-

 

Pertinaz infructuosa búsqueda

de transparente verdad fidedigna.

¿Dónde escudriñar?

¿Adónde hallarla?

Volcánica precipitación de indagaciones

explorando la infinitud

de múltiples probabilidades

que simplemente se desvanecen.

 

Advertencia

 

Bajo el universo

de aparentes refulgentes gemas,

se enmascara la ceguera;

velados ojos imposibilitados

para ver.

 

Vuelan los cuervos del desastre,

dejando un reguero de negras plumas

¡Pero nadie ve!

 

Así mismo,

Los oídos taponados

se empecinan en no oír,

no saber;

¡nada creer!

De la hecatombe que se gesta

dentro de los subterráneos canales

cavados por los amos del poder.

 

Ríen las gorgonas sacudiendo sus cabezas.

Hécate y Hefesto celebran

la pertinaz inconsciencia del humano.

 

¿Qué se requiere para despertarlos?

¿Qué es necesario para adquirir consciencia?

 

En vano las lúgubres voces del viento

advierten… advierten. . .

¡No hay quién escuche!