Lilia Ramírez. Orizaba, Veracruz, México. Poeta y ensayista, viajera incansable y estudiosa de los poemas. Ha escrito catorce libros de poesía y cuatro de narrativa. Ha sido premiada en diversas ocasiones en ambos géneros. Fue jurado de los Juegos Florales Hispanoamericanos de la ciudad de Quetzaltenango, Guatemala, en 2022. Ha asistido a Encuentros dentro y fuera del país, y parte de su obra ha sido traducida al ruso. Fue publicada en la emisión 2162 de Un poema al día para que quienes puedan se le pongan encima y lo atesoren en la memoria, proyecto del laureado Maestro Felipe Garrido. Actualmente toma taller con la poeta colombiana Fadir Delgado. Recibió un Reconocimiento como escritora distinguida por el H. Ayuntamiento de Veracruz, 2023.
Del Poemario Ciudades que habito.
Ciudades que habito
Poemario de Lilia Ramírez
PRÓLOGO
Por América A. Femat
Mujer de adentrado ser
Existe en el ser humano la necesidad de conocer y nombrar las cosas que le rodean, pareciera que el acto de llevarlo a la literatura y al lenguaje puede acercarlo de manera más consciente a los malestares, es decir, a las contradicciones del propio hombre en torno a los fenómenos sociales que atañen a su ser.
Es precisamente como la poeta Lilitt Tagle, advierte de las preocupaciones y contradicciones de ser mujer en un mundo hecho a la medida del hombre. Se conjugan los sentidos e intelecto de notable destreza donde describe las desazones ontológicas en el acontecer de la vida en sí. La fluidez y transparencia de su pluma, ése juego de espejos en el que nos vemos reflejados, somos el pueblo equilibrista, sobrevivientes, diligentes de nuestro sin sentido y desequilibrio.
Es de apreciar una voz poética madura que narra y construye el mundo que percibe bajo su lúdica piel. Ella es la intérprete de sus ciudades, artista Entreacto de “Las Ciudades que Habito”, título de este poemario íntimo, donde comparte un imaginario con figuras masculinas y femeninas que son memoria prometida, incluso desde el origen de la infancia; la acompañan por calles, trenes, estancias de hogares, jardines bordeados de árboles frutales y de cualquier otro recinto donde descalza su ser íntimo.
Esas calles con amarillo movimiento, de adolecidas agonías, donde se agrieta la piel y se revelan los cucús acartonados con los tic tacs de luto, bajo la trifulca del pasado longevo de una familia siempre viva pero añorada.
La poeta Lilitt Tagle, nos regala con sus letras un universo ontológico en la aproximación de juzgar el amor, el mundo y las raíces que se ensamblan como la precisión que debe tener un relojero en su oficio; este último, imagen de lo masculino, -el padre-. El mundo que resuelve a través del lenguaje poético devela lo que habita bajo su piel; es decir, las emociones, las vivencias, las concepciones propias, colectivas e impuestas por una sociedad patriarcal.
Así la poeta erige sus ciudades, construye, habita su casa donde cocina sus poemas con el hervor heredado de las mujeres y hombres que la acompañan, a veces, levantando una calzada de muertos, donde se lamenta de las ausencias y los extravíos, pero con la firme consciencia de estar de pie frente al espejo.