Leonel Plaza Aldazaba (Veracruz, México. 1965). Maestro Normalista, Licenciado en Educación Básica, Maestro en Educación Básica, Licenciado en Educación Media y Media Superior Especialidad en Español, Licenciado en Derecho. Con 38 años de experiencia académica como docente en el Nivel de Educación Primaria, Coordinador del Círculo de Lectura “La hojarasca” y fundador en el estado de Veracruz del Programa Nacional “Salas de Lectura”. Galardonado en el 2013 con la Medalla al Mérito Educativo “Francisco Javier Clavijero y Echegaray” en el puerto de Veracruz. Autor del poemario Palabras al viento (Editorial: Ventana de Papel, 2023. En prensa). Mostramos parte de su propuesta literaria.
AMOR DÉJATE AMAR
Amor; déjate llevar suavemente por tu corazón, sin tener miedo a la pasión, a esa agradable sensación y enloquece los sentidos dormidos con fulgor.
Quiero que mis labios húmedos recorran tu cuerpo frágil, como una trémula gota de rocío entre las frágiles rosas rojas de tu jardín.
Deja el perfume destilar de tu piel y estimule con esa fragancia que te hace tan especial, como flor primaveral.
Despierta al amor sin temor a perder los pétalos que cuidas celosamente, los aires del tiempo lograrán desprender; dejando una flor marchita, sin corola y sin aroma.
Al querer buscar calor de hogar, encontrarás en tu corazón un vacío voraz. Exigirás explicación y tu conciencia contestará: “No hiciste caso a tu corazón y el amor que tocó a tu puerta, simplemente se marchó”.
Con el hambre de los sueños
Por: Miguel Barroso Hernández
Quiero contarles el cuento de un cuento, a propósito de la reciente publicación de otros muy buenos cuentos…
Ediciones Mastodonte, en CDMX, acaba de publicar el libro Entre vidas: selección de cuentos de nuestra colaboradora María Teresa Vázquez Mata. Relatos que exploran los dilemas del ser humano, casi siempre con giros inesperados, al estilo de la autora.
“Un sueño hecho materia”: diría Tere. Por eso me vino a la mente el hipocampo de Cardoso. Y es que solo soñando podemos ir dándole cuerpo a la ilusión:
Todo sucedió a bordo de una barca, en medio del mar. Los pescadores intentaban “ganarse la vida”, pero ¿qué podía buscar aquel hombre que dejaba la tierra firme y los dineros seguros?
La respuesta estaba en el fondo del océano, o en el centro de un pobre corazón (a pesar de las riquezas materiales)… y el extravagante personaje la quería encontrar. Ya lo creían loco, porque a veces a lo inexplicable tenemos que ponerle nombre. ¿Cómo que busca un caballo?
¡Sí! Los caballos también estaban hechos para la imaginación y —por qué no— para el mar. «Para echarlos a correr donde le plazca al pensamiento”. Y, realmente, debía ser hermoso verlo; porque además de buscarnos el pan, cada día, todos tenemos necesidad de un caballo.
“—¿Y vale el suplicio de pasarse los días como usted se los pasa solo por verlo correr y desvanecerse?
—Todo lo nuevo vale el suplicio, todo lo misterioso por venir vale siempre un sacrificio”.
Una tarde —cuenta Onelio Jorge Cardoso— el pescador más incrédulo del Eumelia (la embarcación) admitió la posibilidad:
“Yo no quería ver nada de este mundo ni del otro. Tenía que matarme si me obligaba, pero súbitamente él se olvidó de mí; me fue soltando el brazo mientras abría cada vez más los ojos, y en tanto yo, sin quererlo, miraba pasar por sus ojos, reflejado desde el fondo, un pequeño caballito rojo como el coral, encendido de las orejas a la cola, y que se perdía dentro de los propios ojos del hombre».
¿Solo lo vio en los ojos de aquel millonario extraordinario, materializado por la fiebre de un pensamiento que ardía en su propia frente?
Como asegura el autor del cuento El caballo de coral: “el hombre siempre tiene dos hambres”. Tere lo sabe y, luego de saciar un primer sueño, seguirá soñando.
Ver cuento referido, El caballo de coral, de Onelio Jorge Cardoso.
María Teresa Vázquez Mata. Autora del libro Entre vidas, selección de cuentos publicados en la sección Manantial de Poesía del Semanario 7 Días de Puebla.