En el tema de la pandemia de SARS-CoV2, no está exenta la polarización en nuestro país, vivimos en dos realidades distintas de acuerdo a la visión política de cada quien.
Insisten en que la derecha y los conservadores, desearían ver más muertos y el caos generalizado en México, creen ciegamente en las cifras que todas las noches se dan y en la respuesta que el sistema de salubridad del estado mexicano tiene con relación al Covid19.
Todo está bien, pues.
En contraste, los odiadores del presidente consideran que cada uno de los muertos por el Covid19 es responsabilidad de López Obrador y del subsecretario López-Gatell, insisten en que se actuó a destiempo y que la desorganización en materia epidemiológica nos ha llevado a ser uno de los países más golpeados por la pandemia.
Piden a gritos la renuncia del presidente y su subsecretario, aseguran que México está hundido en el caos y que el ejemplo que el presidente ha dado al no usar cubrebocas, es directamente proporcional a las muertes por el SARS-CoV2.
Todo está mal, pues.
Yo no creo ni en los unos ni en los otros, afortunadamente conservo mi privilegiado derecho de disentir de unos y de otros, de analizar sin fanatismos, sin fobias ni filias, sin ver al presidente como figura teológica, pero tampoco como un ser demoniaco.
Hay cosas perfectibles, creo que no todo el manejo ha sido adecuado, pero tampoco caótico.
Si seguimos como vamos, cada quien arreciará su ignorancia creyendo su propia realidad, una distante del ciudadano de a pie, una que no representa lo que pasa en las calles, más allá del plano mental o del muro de facebook.