La Necropsia del “Ché”

Por : Atilio Alberto Peralta Merino

Moisés Abraham decidió establecerse en nuestra ciudad y ejercer entre nosotros el más noble de los antiguos sacerdocios, en efecto, a diferencia de tanto zángano parásito que ha vivido de inventar anécdotas heroicas en el “Carolino” desde 1961, el referido médico ejerció su profesión con una discreción espartana, sin ostentación de por medio respecto a las actividades ejercidas en otro tiempo y otra latitud que le hacen, a él sí, una figura clave en la historia de las postrimerías del siglo veinte.

En fechas recientes, tuve el gusto de asistir a la entrega simbólica de la biblioteca taurina de don Hermilo López Bassols, al capítula correspondiente de la Ciudad de Tlaxcala de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, en la ocasión, al unísono de que se habló sobre la afición taurina del autor del legado, se rememoró su actuación como jefe de la legación diplomática de nuestro país en La Paz, destacándose al respecto, precisamente, la entrega de los restos mortales de Ernesto Guevara de la Serna, que el gobierno de Bolivia hacía a la República de Cuba por conducto del embajador de México dada la ruptura de relaciones entre las naciones en cuestión.
En relación al profundo impacto que producía la presencia del célebre insurrecto oriundo de la Ciudad de Rosario, Argentina; me tocó en suerte escuchar en la infancia el testimonio directo de un tío mío, Rafael Castañeda, figura central de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y posteriormente de la Organización Regional Interamericana del Trabajo (ORIT); el segundo de los testimonios correría a cargo de Juan Ortega Arenas.

Dos dirigentes sindicales con caminos bifurcados, entre la orientación que Michael Manley al frente de la American federation of Labor (AFL) imprimió a los movimientos sindicales del área del Caribe muy en particular tras la implementación de la Alianza para el Progreso promovida por la administración Kennedy por una parte, y la decisión firme a un camino insurreccional por otro, que no obstante, coincidían en destacar el enorme impacto que la presencia del “Ché” producía en sus interlocutores.


El reciente deceso de Moisés Abraham, nos coloca ante la enrome trascendencia de su testimonio como una figura central de nuestro tiempo, habiendo sido el médico encargado de asistir al levantamiento de cadáver en “La Higuera”, en Valle Grande, en la región de Oruro; y ser posteriormente el encargado de levantar la falsa autopsia del cuerpo, bajo la presión mortal del personal del ejército de Bolivia y de agentes de la CIA entre los que destacaba un célebre cubano de apellido Félix conocido con el mote de “el gato” quienes dictaban los términos de la necropsia correspondiente.

Años atrás, recibí la gentil invitación de Rafael Estrada Michel en su carácter de director del Instituto Nacional de Ciencias Penales a conformar un comité editorial del instituto, el testimonio dado por el médico, recientemente fallecido, a los periodistas Raúl Torres Salmerón y Leticia Montagner, dilucida uno de los misterios claves de la historia del Continente y del siglo veinte.

Moisés Abraham dejó testimonio clave que desmienten una necropsia levantada con datos falsos por razones de conveniencia política a los intereses del statu quo imperante, la entrevista concedida a Torres Salmerón y Montagner se erige, en consecuencia , en un trabajo que trasciende al valor periodístico para convertirse en una obra llamada a ser clásica de la más elevada ciencia forense; que ojalá, fuese publicada por el Instituto que hoy por hoy, se erige en el más elevado tanque de pensamiento del gobierno de México sobre dichos menesteres.

albertoperalta1963@gmail.com