Más allá de la guerra de las cifras de asistentes, que seguramente serán maquilladas por el oficialismo y, posiblemente, exageradas por la oposición, lo cierto es que la proclama de defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), que se levantó por todo el país el domingo pasado, debiera traer reflexiones para el Presidente de la República y su partido.
Por supuesto, también para los legisladores del PRI, que es, paradójicamente, con su bancada más pequeña de la historia en el Congreso de la Unión, el partido que tiene en sus manos la definición sobre la Reforma Electoral que propuso recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador junto con su partido.
A pesar de las descalificaciones y también de quienes suponen que bastó con la movilización, el llamado a la inevitable reflexión quedó sembrado.
Una cosa también quedó muy clara con las marchas de ese domingo en varias ciudades de México: la defensa del árbitro también representa rentabilidad en popularidad, que se puede traducir en fuerza electoral.
Eso ven los partidos, por supuesto. Porque también, hay que decirlo, hubo acarreo del PRI, PAN y PRD.
Y en especial el PAN trató de apropiarse ridículamente, al menos aquí en Puebla, de la movilización.
Por cierto, el tal Moroni Pineda y la señora Paola Migoya pelearon por el micrófono. A punto estuvieron de irse a las manos. Y todo por el protagonismo patético que los caracteriza y que los hace creer que piensan y hablan “a nombre de la sociedad”.
También algunos loquitos y loquitas de la “derecha” se escupieron con otros loquitos y loquitas de la “izquierda“, cuando se encontraron en las calles del Centro Histórico. Se manotearon. Se gritaron. Se empujaron. Se vieron con odio. No pasó a mayores, pero impresentables ambos bandos. Vergüenza para sus hijos, sin duda.
Sobre el acarreo, sí hubo y muy obvio. La dimensión de éste es muy difícil de medir. Pero no fue diferente a lo que hemos visto en otras marchas “ciudadanas”. En las que las tortas y los frutsis obran milagros.
A la par, sin duda, hubo asistencia genuina. Fueron aquellos ciudadanos que salieron a las calles a defender la democracia, no solamente a la institución o a las personas que encabezan el INE.
Muchas de esas personas en Puebla y en otras al menos 16 entidades del país, antes apoyaron a López Obrador en las etapas más duras de su movimiento.
Esa cifra, cualquiera que sea, es la más legítima. La más importante.
La movilización en la capital poblana partió, hacia las 11:00 horas, del Reloj del Gallito, con rumbo al Zócalo. Algunos medios de comunicación reportaron 5 mil asistentes. Otros muchos más. Tal vez fueron más, o menos, según se vea.
Como en todo el país, especialmente en la Ciudad de México, las redes sociales se inundaron con videos y fotografías.
Las proclamas de la calle pasaron al ciberespacio.
No hubo, afortunadamente, ningún hecho que lamentar, en general ni en Puebla ni en ninguna otra parte.
Lo importante, en todo caso, es lo que pase en el poder Legislativo. La Reforma Electoral tiene como cámara de origen a San Lázaro. En el actual periodo no se analizará. Deberá esperar hasta el 1 de febrero, que comienza el Segundo Periodo Ordinario de Sesiones del Segundo Año de Ejercicio de la LXV Legislatura.
O antes en un extraordinario, lo que se ve ahora inviable, porque no hay forma de conseguir un dictamen en ese tiempo.
Es una reforma que implica cambios constitucionales.
Requiere de mayoría calificada, como ocurrió con la reforma que permite la ampliación de la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública.
Morena y sus bancadas aliadas requieren de los votos del PRI. No pueden solos.
El PAN irá, inamovible, en contra. En los priístas está la definición final.
Ayer fueron los gritos, la matraca y la marcha pacífica. Llegará el momento del debate parlamentario y los votos. Es ahí donde en verdad debe cumplirse aquello de #ElINENoSeToca.