· 20% de las personas amputadas presentan cuadros de depresión durante el primer año postoperatorio.
· De acuerdo con el INEGI 35% de las personas que viven con una amputación reportan problemas de salud mental
La salud mental de los mexicanos que viven amputados es un tema prioritario que requiere mayor visibilidad y atención profesional, indica Mónica Guadalajara, responsable de Ottobock para Méérica y El Caribe. Así, las amputaciones, ya sea por accidentes, complicaciones médicas o condiciones congénitas, generan no solo una pérdida física significativa, sino también un profundo impacto emocional y psicológico.
Por ello, es crucial que tanto las autoridades, la iniciativa privada, así como la sociedad comprendan y actúen en favor del bienestar integral de quienes enfrentan esta realidad: en México se amputan 75 personas al día de acuerdo con la Academia Nacional de Cirugía (ANC).
Impacto Psicológico de la Amputación
De acuerdo con Frida Esquivel García, licenciada en psicología por la Universidad Justo Sierra, quien también cuenta con una maestría en psicología de la salud por el Instituto de Estudios Psicológicos (ISEP), en Barcelona, “las personas con amputación presentan mayor riesgo de desarrollar problema de salud mental como ansiedad, trastorno de estrés post traumático, alteraciones en la imagen corporal y lo más común: depresión”.
Además, “es común y esperado que las personas con amputaciones transiten por el proceso de duelo, ya que la pérdida de una extremidad puede asemejarse a la muerte de un ser querido”, advierte la psicóloga Esquivel García.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que cerca del 20% de las personas que sufren una amputación experimentan síntomas de depresión durante el primer año postoperatorio. Este impacto se agrava en aquellos que no reciben el apoyo psicológico adecuado, incrementando el riesgo de trastornos de ansiedad y estrés postraumático. Por su parte, el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos (NIMH), respalda que la intervención temprana en salud mental es fundamental para reducir los efectos adversos a largo plazo.
Entre los factores que se relacionan con la incidencia de problemas de salud mental están: el origen de la amputación, la zona en la que fue la amputación, la aceptación de la nueva imagen corporal, la adaptación a la prótesis, presencia o no del dolor del miembro fantasma, y la carencia de las redes de apoyo, entre otros factores.
En México, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), aproximadamente 80,000 personas viven con una amputación, y un 35% de ellas reportan problemas de salud mental como consecuencia directa de su condición. Esto evidencia la urgencia de fortalecer los servicios de atención psicológica dirigidos a este grupo vulnerable.
Al respecto, Ottobock, líder en tecnología de prótesis, órtesis y sillas de ruedas precisa que las personas amputadas experimentan una mejoría significativa en su bienestar psicológico cuando reciben tratamiento protésico adecuado y acompañamiento terapéutico. Además, subraya la importancia de la salud mental en el proceso de adaptación a una prótesis, de allí que el apoyo psicológico promueve una mejor calidad de vida a corto, mediano y largo plazo.
El Centro Nacional de Rehabilitación (INR) subraya que solo el 15% de las personas amputadas reciben apoyo psicológico formal tras la pérdida de una extremidad. Esta cifra es alarmantemente baja, debido a que el acompañamiento emocional es clave para promover una mejor adaptación a las prótesis, evitar el aislamiento social y mejorar la calidad de vida.
“La cifra anterior también es una invitación para ampliar las investigaciones en el campo de la intervención psicológica a fin de desarrollar programas que atiendan las necesidades específicas de esta población y, en consecuencia, brindar una atención bio-psico-social, en donde se atiendan todas las esferas del paciente”, destaca la psicóloga Esquivel García.
Finalmente, la Secretaría de Salud destaca la importancia de incluir la atención psicológica como parte integral de los programas de rehabilitación, puesto que las personas amputadas que reciben tratamiento integral tienen un 50% más de probabilidad de regresar a su vida laboral o académica.