Por: Atilio Alberto Peralta Merino
Mariano Fernández de Echeverría y Veytia falleció el 25 de febrero de 1780, fue investido en vida como caballero del orden militar de Santiago, se desempeñó como abogado de los Reales Consejos y de la Real Audiencia de México , y por su nacimiento fue señor de la casa de infanzona y solariega de Veytia en el señorío de Vizcaya.
Natural de la Ciudad de los Ángeles en Nueva España, escribió la magna historia de la fundación de la misma, que quedó inédita a su muerte para ser dada a conocer en edición impresa hasta 1931 por iniciativa del entonces gobernador de Puebla, Leónides Andrew Almazán con motivo de las celebraciones del cuarto centenario del referido acontecimiento; desde entonces, jamás de los jamases ha sido reeditada.
Los editores de 1931 encontraron el manuscrito en la biblioteca de la Sociedad Científica “Antonio Alzate”, fundada en 1884, transformada al paso del tiempo en la Academia Nacional de Ciencias “Antonio Alzate” y hoy extinta, aun cuando seguramente sus archivos habrían pasado a formar parte de las correspondientes Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Academia Nacional de Geografía e Historia o quizá bien del Archivo General de la Nación.
Destaca en su obra don Mariano Fernández de Echeverría y Veytia la desaparición de los dos primeros tomos de libros de actas del cabildo correspondiente a la primera fundación de la ciudad, ya que, al igual que Buenos Aires, la Ciudad de los Ángeles fue fundada dos veces, dado que el primer sitial, al igual que en el caso de Santo Domingo, fue borrado debido a las precipitaciones pluviales y al alud incontenible que barrió con aquel primer asentamiento.
La primera fundación tuvo como acto solemne la misa fundacional oficiada el 16 de abril de 1931 por parte de Fray Toribio de Benavente, en tanto que el alcalde Alonso de Helgueta presidió al frente de los pendones reales la procesión del día de San Miguel, 29 de septiembre de 1532, solemnidad que marcó el hecho de la segunda fundación de la Ciudad.
Echeverría y Veytia señala por su parte, como indigna de crédito la versión que sugiere una tercera versión, que ubicaría la fundación en un 25 de octubre, día de los santos patrones del gremio de zapateros y herreros San Crispín y San Crispiniano, dado el supuesto establecimiento del Mesón del “Cristo” a cargo de Esteban Zamora y su pariente Pedro Jaímes ,herrero de oficio, y que habría sido supuestamente erigido con el deliberado propósito a atender a los transeúntes en el camino de Veracruz a la Ciudad de México; destacando al respecto que, en aquellos momentos, el camino de México a Veracruz no pasaba por los senderos sobre los que el “Mesón de Cristo” habría tenido su asiento.
Las actuaciones tanto de Alonso de Helgueta como alcalde , y de Alonso Martín “partidor” como rústico topógrafo en los albores de Puebla, la conocemos por una circunstancia meramente fortuita:
Un vecino de nombre Pedro Pineda, llevó a cabo entre los años de 1586 y 1594 un procedimiento de “información ad perpetuam” ante el cabildo de la ciudad, movido por el anhelo de ser reconocido como legítimo propietario de un predio que había heredado de uno de sus abuelos, procedimiento que obligó a reconstruir parte considerable de los asentado en aquellos primeros dos tomos.
El nombre del promovente no deja de llamar la atención, dada la homonimia, de quién cerca de 70 años después, sería, en la península ibérica, el célebre cuan misterioso responsable de la edición sefardita del “Quijote” de 1666 a la que hace expresa referencia don Marcelino Menéndez y Pelayo en su “Historia de los Heterodoxos Españoles”.
El otro tópico sobre el que dilucida en su obra Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, es el relativo al testimonio asentado por Juan de Torquemada en su monumental “Monarquía Indiana”, obra en la que señala que la misa fundacional de la ciudad a cargo de Fray Toribio de Benavente fue oficiada en la “novena del Viernes Santo” 16 de abril de 1530.
Destacando en sus consideraciones que, en abril de 1530 , Ramírez de Fuenleal fungía aun como Obispo de la Dominicana y no había arribado a Nueva España para presidir la Real Audiencia, ni Juan de Salmerón era aun Oidor de dicha instancia, por lo demás, la fecha litúrgica en cuestión no correspondía al 16 de abril en el año de 1530, sino en el de 1531.
Observaciones llenas de enorme profundidad y consideración, no hay la menor duda, y bien valdría la pena que, a nueve años de conmemorarse el medio milenio de aquella primera fundación, las autoridades comenzasen a tomar las medidas adecuadas a la importancia de tal celebración, una de ellos, a no dudarse, tendría que ser la conducente a una nueva edición de lujo y a otra de fácil acceso al gran público de la extraordinario obra de don Mariano Fernández de Echeverría y Veytia a la que se ha venido haciendo referencia : “Historia de la fundación de la Ciudad de Puebla de los Ángeles en la Nueva España. Su descripción y presente estado”.
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