Juan Carlos Pérez Castro. Es filósofo, escritor y poeta. Licenciado en Pedagogía y maestro en Dirección y Gestión Educativa. Ha sido responsable de más de 200 conferencias, seminarios, diplomados y talleres en todas las áreas de la filosofía, la educación, las ciencias sociales y las humanidades.
Ocaso eterno
Tempestad que azota el porvenir
de un soplo fulminaste los rencores
siendo siempre el aura de nuestros amores.
Tu descanso ahora permite nuestro sentir.
Durante largos años soportaste la inclemencia
de una vida llena de pesadumbre,
pero tu sonrisa fue un mana de soberbia
al saberte hecho para el empuje.
El perdón fue lo que expuso tu corazón
reblandecido por años de sacrificio
y mostrando las manos plenas;
fuiste sendero y guía de muchos destinos.
Forjador de carácter, amansador de penas,
Asclepios bendijo siempre tu oficio,
siempre combatiste toda afección.
Ahora descansas en otro mundo,
reconociendo tu esfuerzo tienes la gloria
eterna como tu alma y amor en nuestros corazones.
Fuerza indomable
In memoriam del doctor José Raúl Pérez Y Torres.
¿Cuántas veces tuviste en tus manos la vida temblante y padeciente de miles de seres decaídos, abatidos por la miseria y la dolencia de la peste? Mas nunca decaíste en tu deber. Con tesón y dulzura, y con una amargura profunda cuando te era inevitable vencer a la muerte, batallaste hasta lograr tu cometido. Pero la venciste de dos maneras: una temporal que nunca se olvidará, y esa se encuentra en la piel, labios, lágrimas y pensamientos de las personas que curaste. Es cierto, tan solo por un momento lograste victorias, aunque también fueron muchas las derrotas. Tu fuerza incansable nunca te impidió esmerarte por cumplir con tu juramento hipocrático y ese fue tu destino. Ser médico, curador de heridas y enfermedades, con tus brazos siempre abiertos nos acogiste, aunque muchas veces no lo merecíamos. Fuiste ejemplo de esfuerzo y esmero, de una incansable pasión por vivir. Incluso en tus últimos momentos nos demostraste que se debe caer luchando, con una sonrisa y nunca de rodillas. Hoy te encuentras en nuestros corazones, donde te aguarda tu última morada. Y recuerda, querido padre mío, que yo siempre te serviré tu vino.