Juan Carlos Martínez Parra (El monje hereje). Nació en el estado de Guerrero en 1969. Vive en la ciudad de Puebla desde hace 40 años. Estudió la licenciatura en lingüística y literatura hispánicas en la BUAP. Ordenado como monje budista en San Francisco, California, en el 2000. Lleva 30 años trabajando como instructor de yoga y maestro de meditación. Se apasiona por los temas relacionados con el conocimiento esotérico y, por ello, ha pertenecido y pertenece a varias escuelas iniciáticas. Colaboró en Sabersinfin Radio en el programa Camino sin fronteras por más de 10 años y ha participado como poeta en algunos textos de esta misma iniciativa.
El transcurrir
“El que viaja por fuera duerme
y el que viaja por dentro despierta”
(Buda)
El amanecer deshoja sus ilusiones al ritmo de su propia desventura,
recorriendo la eternidad que en un instante mismo se deshace
para, únicamente, caminar hacia atrás emprendiendo el vuelo
hacia un ocaso nuevo…
En el cenit, las margaritas se cristalizan sobre su propia tribulación
al tiempo que la sombra oxida su canto para remediar
los síntomas de una quimera que se asfixia desde su empatía.
¿Es acaso el presagio evidente de una sonrisa que se marchita
al transcurrir de un verso visiblemente enamorado?
…Y mientras saltan los caminos buscando hallar la solución
que va en la eterna búsqueda de su propia ruta ya desvencijada,
cuando el rocío en sus lágrimas empaña sus canciones,
las ilusas arrugas se muestran transparentes al inaudito transcurrir
de un erotismo que, amasado sobre sí mismo, jadea en Do mayor
el cromático carmesí que intenta sublimar la alquimia de su propia
desolación para así testificar que levantó las endebles manecillas
de un tiempo convexo y solo halló un nido donde encaramar
sus deshidratadas ilusiones…
y mientras la noche se estaciona, ávidas huellas buscan sanar la sed
que le ahoga al ritmo de unas caricias que buscan incendiar
la prisa para alcanzar la gloria…
y ya casi al final el día cansado se recuesta sobre su regazo esperando
despertar la panacea que le permita acceder al aquí y ahora
para así develar, en medio de un mundo dormido,
el transcurrir inaudito de un tiempo sin espera.
A la vida simple
“Conciencia que se abre jamás se cierra”
(A.E.)
¿Cuánto hubiese dado por llevar una simple vida
y sentirme realizado por tomar una certeza fría
y simplemente trabajar para satisfacer
la razón de mi existencia,
sin tener que cuestionar la causa de una lágrima
en el entramado sutil del universo
y estar angustiado por no encontrar respuesta?
¿Cuánto hubiese dado por llevar una simple vida
y esperar el fin de semana para, en la euforia
de un partido de fútbol, olvidar el final
del infierno en el mundo de esta tierra?
¿Cuánto hubiese dado por llevar una simple vida
sin tener que cuestionar la causa de ser
de la riqueza de unos cuantos ante el paupérrimo
historial de una mayoría que solo busca
la manipulación moral que castra su existencia?
¿Cuánto hubiese dado por llevar una simple vida
sin tener que desvelarme tratando de hallar
la palabra justa para engarzarla en un poema?
¿Cuánto hubiese dado por llevar una simple vida
y vivir siendo tan solo una tuerca más
en el triste hábitat de cualquier empresa?
¡Y sin embargo, si hubiese tenido que elegir,
mis circunstancias retornarían a mi contexto
para llevar una vida simple y no una simple vida!