JUAN CARLOS MARTÍNEZ PARRA (El monje hereje) nació el 4 de julio de 1969 en el estado de Guerrero, México. Es egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la B.U.A.P. Est ordenado como monje budista en la New Tradition Kadampa. Es profesor de artes marciales “Lima Lama”, instructor de diversos estilos de yoga, maestro de meditación, tanatólogo, reikista y miembro de algunas escuelas iniciáticas. Actualmente colabora como conductor del programa “Camino sin fronteras” en sabersinfin.com. Es miembro del “Círculo de escritores sabersinfin y ha colaborado como poeta en varias publicaciones literarias.
A mitad del camino
Desde el dulce peregrinar de una ventana
el sol acaricia el fallido intento de una sombra
que busca, con un solo paso, romper sus propios paradigmas
al ritmo mismo de una corazonada que, impávida mueve sus estelas
justo cuando el camino se detiene para hacer un recuento de sus huellas…
¡Quizá la tarde misma se embelesa contemplando el nadir
de su interior cuando sabe que, a mitad de la vereda,
nunca le detuvo el ímpetu de arraigarse en sitio alguno
porque, desde siempre, supo que el camino no es un lugar
para detener su marcha, sino una meta donde solo buscar
el desarraigo de la maledicencia estacionaria.
Hoy el tiempo se arruga inflexible en el impávido andar
de sus reflexivas genuflexiones que le hacen cuestionar
sí ¿es él quien dirige sus pasos hacia el retorno de su propia obscuridad?
Y desde el oxidado ventanal de su memoria
transcribe una caricia cuando se da cuenta
que no ha sido él quien ha tomado el rumbo sino, justamente,
las circunstancias que nunca permitieron detener su andar…
El camino estaba ya por arraigarse cuando, nuevamente,
la inanición de una voz que, desde la eternidad misma,
cambió la ruta bajo la impronta de una interrogante
que dirigió la nueva historia… peregrinar sembrando,
con palabras dulces y certeras, con alientos y desaires,
algunas semillas y sin detenerse jamás a cosechar sus frutos.
¡Hoy solo y al danzar de una lagrima ausente se descubre
sabiendo que encaminó su ruta sin esperar hallar la meta
porque a cada paso el camino abría veredas
para construir una esperanza!
¿Será que, por seguir la perspectiva de un ajeno paraíso,
la voz de esas palabras también le habrán de marcar
el cansancio de una vejez que, a no muy distante lejanía
ya embarga la inseguridad de sus suspiros?
O ¿Será que, por seguir la trascendencia del camino, podrá
alguna ocasión sentarse a descansar bajo la manutención
de los frutos que nunca ha colectado?
Buscando la vereda se ha detenido a contemplar su historia
observando que el apego al desapego
construyó con su vida tan solo una herejía.
¿Será que hoy, por romper sus paradigmas, podrá ser acogido
en el sostén de esa misma voz que, desde siempre, transformó su historia?
Y ante el silencio solo espera transmutar la interrogante
en una enseñanza que busque un sentido a la evidente
diferencia en un mundo donde, el egoísmo ciego,
le obligo a caminar intentando no mancharse en el diluvio ajeno.
¿Será acaso que, por seguir la senda de la introspección,
pueda el karma florecer su entrega en un terreno
para iluminar la sombra de su propio anhelo?
Interrogantes fluyen sin respuesta y ante tal embestida
decide transpirar su miedo en oraciones que, desde la huella
de una pluma, fertilizan la amargura de estos versos.