JORGE NÁNDEZ BRITOS nació en Maldonado, Uruguay, 1955. Cursó estudios en el Instituto de Profesores “Artigas” donde se desempeñó como docente de Didáctica de Español y como director efectivo de la institución. Su actividad profesional ha estado ligada a la educación media y superior. Cuenta con publicaciones e investigaciones referidas a educación y a su especialidad. Libros de poesía publicados: Aquí/Entonces. Plaqueta con dibujos de Juan Mastromatteo y Jorge Nigro. Ed. Ideas, Montevideo, 1981. Los rostros y la cara. Ilustraciones de Jorge Nigro. Editorial El caballo perdido, Montevideo, 2002. Imprimismos. Editorial Artefato, Montevideo, 2005. Simas. Ilustraciones de Adolfo Nigro. Editorial Monteverde, Montevideo, 2006. Votivos. Ilustración de Adolfo Nigro. Editorial Yaugurú, Montevideo, 2011. Reunida. Editorial Yaugurú, Montevideo, 2018.
Anverso
¿Cuál sería el anverso de la calle?
¿El imprevisible ángulo del muchacho tendido en la vereda?
¿El implacable objeto de los cartones?
¿Cómo se disuade el encono de un abdomen?
¿Y el filo mellado en un insulto?
¿O el relieve de la mano artera?
Bajo la pupila del ciego
pasan las mentiras.
En un sesgo esquivo, el seno periodístico
deshuesa la curvatura de relieves.
Como reflejos en los vidrios
la masa política matiza los colores,
fosiliza el cóncavo sonido del enjambre.
Se escarrancha caprichosa la biblioteca erudita.
Perdura el esqueleto de los yuyos en la cara.
¿Cuál sería el reverso del muchacho en la calle?
¿El subjuntivo ángulo de los cartones en la vereda?
¿El descalzo guascazo de la avaricia?
¿Cómo se disuade el filo mellado del enjambre?
¿El encono del insulto?
¿La trágica condena sin condición de cese?
Sesgo
En la ruina de mí mismo acumulo llagas y curvas que desecan.
Acopio ángulos torvos y una cadena enrevesada de simulaciones.
Ausencia de ábside.
No hay calma en las manos ni alivio en el tino de las piernas.
Algún astro apenas que cruce sin relámpago los ojos.
No hay bisontes en la caverna.
En las huellas débiles como el blanco rancio de los dientes
se confunde la geografía de las trampas, las telas de los labios.
Crujen ufanas las piedras.
La sien de la memoria, un desalmado estado de sí.
Repaso y averiguo con esfuerzo de eclipse en qué sitio fui.
Un cráter exhume sus huesos.
En los ángulos y sus alforjas acumulo mentiras y menhires.
Las letras enmascaran la entraña de los días huérfanos y no mitigan.
Un sonido reseco silencia.
Quiero decir llanamente que se extingue sin reparos toda acción.