Dolor
En la vida todo pasa y se cumple
–Lao Tse
El dolor me hace vivir,
se oculta en el momento más diáfano
descarga su tósigo.
Clava sus espuelas en costados, arterias y vísceras
pasando por: piel, poros, manos.
No desaparece.
Aferrado a la tierra palpito,
trato de recuperar la vida.
Lo que pasa ante mis ojos,
corazón latiendo siempre.
Suelto las amarras.
Velas se desenvuelven:
del muelle zarpo para no ser derrelicto a punto de naufragar con suspiros en el pecho.
Barco que no ha de llegar a la orilla.
Será el día de los pecados,
de las cartas despidiendo el verano,
el cobalto del mar, donde cabalgan mis pensamientos.
¡Amadas cartas regadas! Pedazos de rocío de auroras.
Mi soledad, media alma perdida.
En horas lluviosas escribo como tormenta gris facinerosa.
No descanso en tu silente pecho.
La tormenta rugiente enturbia y desarticula el vuelo de escasas gaviotas con alas rotas,
plumas al aire, agua entre espacios dónde huye tu cuerpo en espuma.
Me ausenté del mundo, de asir tu larga cabellera.
No siento la soledad displacentera al perder en el fragor de la batalla con dignidad
–osadía de vencer — o perder el rumbo del galeón…
Los nardos de tu silueta.
Derribo el faro, el Creador está al final.
Luz ambarina entre azul cielo desplomado,
designio, ciclo, viento, sal húmeda sangrante.
Charcos de dolor en mitad del océano…
No defeccionaré en la flámula del bajel.