ISAURA HERNÁNDEZ VIUDA DE CERVANTES. Nació el 3 de agosto de 1920 en Ixcamilpa de Guerrero, Puebla y falleció el 21 de marzo de 2001. Estudió y estuvo de interna hasta que se graduó como normalista en el Colegio de San Vicente (hoy Colegio Esparza). Posteriormente se tituló como profesora de Declamación en el Conservatorio del Estado y en la Ciudad de México. Se especializó como maestra en Lengua y Literatura, también de Geografía e Historia. Sus obras narrativas dramáticas y líricas le valieron innumerables premios nacionales e internacionales. Sus poemarios publicados en Puebla La voz del sueño (1974), Sembrando palabras (1979), Camino de Soledades (1992), Itinerario del sueño (2000).
(Homenaje póstumo)
REVOLUCIÓN
Revolución…
grito que brotó en mi Puebla
del pecho de Serdán en Santa Clara
como un rugir de nubes en tormenta,
un chasquido de piedras desgajadas.
Y rodó la protesta campesina,
por agrestes montañas,
por los rubios maizales:
anónimo llorar de la peonada:
polvosa de desprecios y de ultrajes,
se enredó en los tejados de las chozas
donde el dolor se arrastra.
Y todo se cimbró con esa fuerza
incontenible y trágica.
Madero surgió, así como un asceta,
de una mística extraña,
con su voz que en el tiempo
fue un conjuro, de amor que se hizo dádiva.
El indio, con el arma entre las manos,
sacudió sus olvidos con audacia
y como un dios pagano luchó altivo
llevando como hoguera su venganza
clamó a los cuatro puntos cardinales:
¡Revolución! ¡Revolución! con ansia
y el estrépito aquel aún retumba
en el bronce del tiempo que es el ara
¡Revolución! ¡Revolución! y amante
brotó la libertad como una llama.
DUERMEN LAS FLORES
Las flores están durmiendo
bajo esta noche de plata,
sus sueños están contemplando
las estrellitas lejanas.
No llores, no llores, niña,
que así podrás despertarlas,
y sentirán mucho miedo
y tal vez hasta llorarán
al verse en la noche oscura
perdidas y abandonadas.
Mañana cuando aparezca
la aurora, sonriente y cándida,
por el camino del cielo
con sus sandalias de plata,
hará que los pajaritos
se acerquen a despertarlas
con sus cajitas de música
que entre sus piquitos guardan;
les peinarán sus corolas
las mariposas doradas
y lavarán sus caritas
con rocío de la mañana,
la brisa las mecerá
entre sus manos aladas
y ellas abrirán sus pomos
de esencias finas y raras.
Ya ves mi niña no llores
que podrías despertarlas.
¡Deja que la aurora venga
con sus sandalias de plata!