Irma Ruth del Ángel del Ángel (San Luis Potosí, México. 1966). Conocida en el mundo literario como la Novia de las Letras. Doctora en Literatura y lenguaje, con amplia trayectoria literaria. Su obra ha sido traducida al: inglés, gallego, italiano, chino cantonés, portugués y francés. Su obra ha sido integrada en varias antologías, y comentada en diferentes revistas y periódicos nacionales e internacionales.
VOCES INFANTILES
Ese niño
el de la sonrisa de cometa,
el que lleva hasta lo hondo del mundo
las preguntas tintileando como piedras preciosas.
Ese niño que tirita, que espera,
que se muerde los labios, que mira de reojo
que cuestiona por lo bajo.
Ese que ahora se estira sobre la fila para mirar un pájaro.
El que lleva los pies con zapatos prestados.
El que escribe despacio para estirar la mañana, junto a una estufa
el que ahora se relame porque dijeron almuerzo
el que ríe porque dijeron comida
el que suspira por un mendrugo de pan.
El que se llama Nada y usa lo gastado.
El que sale del basurero porque la basura no tiene desperdicio.
Ese niño sin rey mago bajo los colores de la expectativa.
Quiero a ese niño para no olvidarlo.
Para esta aurora que tarda y no debiera.
Para esta urgencia de panes que me gana.
Quiero a ese niño para el canto que brota,
como una demanda presente desde el centro de la tierra.
Ese niño:
El de la cicatriz en el alma,
el de las alitas entablilladas por algún de vez en cuando,
el del balero y la pelota olvidados por la búsqueda del pan,
que lo arrastra al último minuto de timbre en timbre.
Quiero a ese niño para la voz de alerta que ya es pedido de socorro.
Quiero a ese niño.
El de las piernitas flacas bajo el pantalón cosido con hilo amarillo.
Lo quiero para una bandera,
que ondeará victoriosa frente a las canteras rosadas.
Ese niño
El del dientecito que falta,
el de las manos apretadas contra el hambre que hostiga,
el de los saltitos porque hace frío.
quiero a ese niño para esta protesta.
Ese niño
Lo quiero para que diga todo lo que se necesita decir
sin abrir la boca
sin siquiera un buen día.
Para que los pájaros azules de sus ojos negros,
llenen los salones de preguntas.
Para que las ilustrísimas honorabilidades
no puedan sino mirarse entre sí frunciendo la nariz.
Para que a alguien se le mueva un pelo de indignación, o lo que sea.
Ese niño
el de los puños de algodón raído
El del noséseñoritaporquemedolíalacabeza.
Ese niño quiero para esta voz
para esta campaña de indignado basta,
para este grito universal y terminante:
un niño con hambre es el futuro roto.