· AUSJAL, en colaboración con la Conferencia de Provinciales Jesuitas en América Latina, realiza webinar, en el contexto de la Semana de la Acción Mundial por la Educación 2022
· El Dr. Luis Arriaga, Rector de la IBERO, dijo que una educación auténticamente transformadora debe ser saludable, solidaria, sustentable y sapiencial.
Pedro Rendón
En el contexto de la ‘Semana de la Acción Mundial por la Educación (SAME) 2022’ la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL), en colaboración con la Conferencia de Provinciales Jesuitas en América Latina y El Caribe (CPAL), organizó el webinar ‘Alzamos la voz por el profesorado y la educación en emergencia’.
Al inicio de este diálogo el P. Luiz Fernando Klein, S.J., delegado de Educación de la CPAL, dijo que más de 114 millones de niños y adolescentes estaban sin escolarización presencial el año pasado (según estimaciones de la UNICEF), mientras que 758 millones de adultos en el mundo no saben leer.
Ante la necesidad de reaccionar contra la inoperancia del sistema educativo en tantos países, el fracaso de los resultados de aprendizaje, la degradación de la clase docente y la falta de políticas públicas que desbloqueen el acceso a la escuela para los más necesitados, comentó que la acción apostólica de los jesuitas tiene como bandera la defensa y promoción del derecho universal a la educación de calidad.
Dicha promoción del derecho a una educación de calidad se encuentra inserta en el Pacto Educativo Global -al que invitó el Papa Francisco-, y que tiene una relación estrecha con la encíclica papal Laudato si y con las propuestas de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
El Dr. Luis Arriaga Valenzuela, S.J., Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y Tijuana, además de Presidente de AUSJAL, consideró que para que la educación latinoamericana sea auténticamente transformadora, debe ser: saludable, solidaria, sustentable y sapiencial.
1.- Educación saludable. Hoy, las escuelas y universidades de América Latina (AL) están lejos de ser saludables y seguras, pues muchas carecen de espacios para realizar las actividades físicas y culturales necesarias para la salud integral de la infancia y juventud.
Por otra parte, el acoso y la violencia contra el estudiantado y profesorado, con una concentración contra el género femenino y las diversidades LGBT+, se deben seguir previniendo y sancionando, y como el profesorado ha sufrido los estragos de la pandemia, se deben mejorar las condiciones en las que el magisterio realiza su labor. Así que, “si nuestras instituciones educativas no son saludables, difícilmente propiciarán la construcción de los aprendizajes necesarios para transformar nuestras sociedades”.
2.- Educación solidaria. En la región más desigual del mundo (AL), hablar de educación transformadora es, necesariamente, hablar de solidaridad, de la necesidad de impulsar con la educación sociedades más igualitarias, “en las que no se normalice la exclusión de los más en beneficio de los menos”.
Al respecto, el Dr. Arriaga destacó que: “Las becas y el financiamiento que recibe alrededor de la mitad del estudiantado de AUSJAL dan concreción a esta aspiración en las universidades confiadas a la Compañía de Jesús (como la IBERO), pues posibilitan una educación de excelencia para jóvenes provenientes de familias descapitalizadas”.
3.- Educación sustentable. El deterioro ambiental urge a la docencia y a todas las profesiones educativas del mundo a apoyar a los científicos y alzar la voz por el planeta y por la viabilidad de la especie humana. En este tenor, en marzo, la AUSJAL aprobó un conjunto de ámbitos prioritarios para la incidencia universitaria a través de sus acciones de formación, investigación y vinculación social. El primero de ellos es la sustentabilidad medioambiental, que incluye proyectos de reordenamiento urbano o diseño responsable en pro del cuidado del ecosistema.
Y en mayo la UNESCO discutirá, en su Tercera Conferencia Mundial de Educación Superior, un importante documento co-coordinado por la Mtra. Sylvia Schmelkes, investigadora de la IBERO, el cual propone precisamente remodelar las ideas y prácticas de este nivel educativo, para garantizar el desarrollo sostenible del planeta y la humanidad.
4.- Educación sapiencial. Para las universidades jesuitas de AL, los saberes más profundos se construyen “en diálogo con la realidad que nos interpela a hacer más para transformarla”, pues no puede ser sabio quien construye conocimiento alejado de los desafíos más urgentes.
Entonces, formar para la sabiduría implica para AUSJAL educarse también en la promoción de la justicia y en la educación socioambiental, con apertura a la realidad que trasciende a todos.
La Dra. Madeleine Zúñiga, vicepresidenta de la Campaña Mundial por la Educación (CME), opinó que uno de los grandes retos que tiene el ejercicio del derecho a la educación es la cabal comprensión de que es un derecho humano universal, y la universalidad conlleva que nadie quede atrás -como dice el lema de la Agenda 2030-, lo que implica ser inclusivo en todas las políticas sociales que emita un país, en especial, las políticas educativas.
Y hablando de las y los profesores, el reto es que cuenten con las herramientas que les permitan ser conscientes de la diversidad de los seres humanos, entender multidimensionalmente esta diversidad y con esta conciencia de la diversidad hacer un llamado a la inclusión.
Pero si no hay maestros y maestras con buena calidad de vida, motivados y acompañados, es imposible tener educación de calidad, aclaró el Dr. Carlos Fritzen, S.J., coordinador general de la Federación Internacional de Fe y Alegría (FIFyA).
Por eso, invitó a hacer un reconocimiento a los maestros y maestras, a verles “con ojos de agradecimiento y admiración”, y a actuar en consonancia con ello desde acciones particulares y, sobre todo, desde políticas públicas que permitan construir las condiciones necesarias para que puedan cuidar y enseñar a los niños, niñas y adolescentes.
El Hmno. Raimundo Barros, S.J., presidente de la Federación Latinoamericana de Colegios Jesuitas (FLACSI), abundó que la formación de las y los profesores es fundamental, “pero las cifras de las inversiones, los programas de capacitación, de formación docente, no garantizan calidad”.
Luego entonces, es momento de alzar la voz por los profesores, no solamente estar con ellos en la defensa de su formación, sino “ser con ellos elementos de formación. Y la formación, como una vía de dos sentidos, donde todos aprenden y donde todos enseñan”.
Acerca del estudiantado, el P. Lucas López Pérez, S.J., asesor de la Red de las Radios de la Conferencia de Provinciales en América Latina y el Caribe (CPAL), apuntó que la inversión por alumno(a) en AL no alcanza la mitad de la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el 40% de los jóvenes no tiene un título de formación secundaria y el 50% de los menores de 15 años no alcanzan a tener una competencia comunicativa suficiente.
Finalmente, al presentar parte de los resultados de ‘Acciones basadas en el conocimiento: Transformando la educación superior para la sustentabilidad global’, informe del Grupo Global de Expertos Independientes sobre las Universidades y la Agenda 2030 (EGU2030), en cuya elaboración participó la Mtra. Sylvia Schmelkes, ésta dijo que, para la función formadora de las próximas generaciones en las universidades, el documento recomienda proporcionar a los estudiantes una sólida formación ética que derive en el compromiso por la búsqueda de la sustentabilidad y por la lucha por la inclusión en todas sus actividades.
“La cultura educativa de las universidades debe animar a los estudiantes a aprender a través de la experimentación y del pensamiento crítico desde múltiples perspectivas, por lo que es necesario desarrollar programas inter y transdisciplinarios con asuntos de sustentabilidad, hay que incluir cursos obligatorios sobre sustentabilidad en todos los programas de estudio, la educación debe ser inclusiva e intercultural y promover el respeto a todas las culturas y sistemas de conocimiento, y los estudiantes deben tener más oportunidades de involucrarse en actividades de investigación y en acciones experienciales y dialógicas con diferentes comunidades presentes en la sociedad, y debe fomentarse la participación de estudiantes y académicos en torno a la sustentabilidad”.
PEDRO RENDÓN