Victor de Regil
Latan esperada y necesaria reconstrucción del hospital del IMSS de San Alejandro en Puebla, el más grande de Latinoamérica, será una utopía sexenal, un anhelo solamente. No se dará, ya es definitivo, en el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ni será inaugurado en el periodo del gobernador Miguel Barbosa Huerta. El retraso, por ineficiencias y por los laberintos burocráticos, además de la falta de voluntad política y económica, lo llevarán, si bien nos va, a ser abierto posiblemente hasta 2026 o 2027.
Y es que, a pesar de que ya se cumplen cinco años de que colapsó el inmueble, por los sismos de 2017, no hay todavía ni siquiera proyecto ejecutivo para su reconstrucción. Incluso, se han perfilado más de una solución, pero sobre ninguna se ha avanzado con seriedad.
Se planteó suplir la capacidad que tenía, para atender 60 por ciento de los derechohabientes poblanos, con ampliaciones en otros nosocomios y otras construcciones, pero nada ocurrió.
La ausencia del Hospital Regional 36 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), San Alejandro, y su capacidad de servicio se refleja hoy, por ejemplo, en la crisis del Hospital de La Margarita: No hay día que no deje de funcionar algo, hay riesgos permanentes, los elevadores se han detenido y caído, muchas tuberías están rotas, las camas son insuficientes.
Lo que no se puede explicar es cómo se llegó a esta incapacidad para reponer un nosocomio que era indispensable para la atención a pacientes de Puebla y de toda la Región Sur-Sureste.
El tiempo para los trabajos se alarga cada vez más; ahora, se dice que el inicio de la obra en San Alejandro podría realizarse hasta el 2023. Si en su edificación original se llevaron cuatro años (de 1972 a 1976), con los avances en comparación a esa época, podría llevar unos tres años, al menos eso se calcula.
La meta sería entregar un inmueble sólido y eficiente, por ahí de 2026.
Aunque sea lo de menos, habrá que reparar en que el listón no lo cortará López Obrador, aunque la demolición del edificio dañado se anunció desde febrero de 2020.
Zoé Robledo, director general del IMSS, presentó muy orgulloso un convenio con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para demolerlo, desde entonces.
Sin embargo, los trabajos comenzaron realmente en agosto 2021. Y culminaron hasta mayo de este 2022.
En todo este tiempo, se ha evidenciado la falta de voluntad desde el gobierno federal. Se negaron los recursos para la reconstrucción o sustitución en los Presupuestos de Egresos de la Federación (PEF), de los ejercicios que correspondían.
Hace unos días, en Tlaxcala, Zoé Robledo fue entrevistado al respecto. Confesó que no sabe cuándo iniciarán las obras del nuevo hospital y hasta planteó que se estudia instalar una especie de unidad médica provisional en el predio que ocupaba San Alejandro, a fin de despresurizar a los saturados y deficientes hospitales del Seguro Social en Puebla.
El diputado federal panista Mario Riestra Piña fue el único que llevó el asunto a tribuna en la discusión del PEF 2022.
Reprochó que no hubiera dinero para San Alejandro, pero sí para otros gastos que el IMSSS pudo postergar: 375 millones para un Centro de Actividades Acuáticas o un millón para una cancha de futbol rápido o 7.4 millones para techado de alberca.
Presentó una reserva al PPEF 2022, en la que solicitó recursos para el hospital. No prosperó. Todo este cúmulo de complicaciones ha traído graves consecuencias.
La ausencia de las 415 camas de San Alejandro, con sus nueve niveles para urgencias y quirófano, para la atención de alrededor de 3 mil derechohabientes, se refleja en la saturación de otros nosocomios y clínicas de la región.
El caos más grave está en La Margarita, hospital que vive en el olvido y el descuido.
En redes sociales y en medios de comunicación se ha dado cuenta de su desgaste y falta de mantenimiento.
Todo genera riesgos muy graves. Han fallado los elevadores. Una de las dos calderas ya es inoperante. La infraestructura toda está en pésimas condiciones.
Lamentablemente, y lo que es una realidad, es que no tendremos hospital en este sexenio. Pero qué tal un aeropuerto que nadie usa. Una refinería que no refina. Y un tren que devasta selvas so pretexto la “seguridad nacional”.
Las prioridades, lamentablemente, han sido otras. Y mientras que Puebla y los derechohabientes del IMSS en Puebla que sigan sufriendo.