Victor de Regil
La reciente postergación en el pleno de San Lázaro de la Reforma Electoral constitucional del Presidente de la República, que debió votarse el martes, confirma que no hay comunicación, ni ágil ni directa, entre el coordinador de los diputados federales de Morena, Ignacio Mier, y Palacio Nacional.
Andrés Manuel López Obrador hablaba en su mañanera de su iniciativa y sus bondades, además de fustigar a la oposición, cuando los reporteros le informaron que, en un tuit, el poblano anunció que el dictamen será sometido a votación hasta mañana 6 de diciembre. Quedó la impresión de que el tabasqueño, en ese preciso momento, lo desconocía y casi se sintió que hizo el ridículo frente a los reporteros.
Esto quiere decir que Mier no solamente es el coordinador de una mayoría, que no ha podido sacar las reformas presidenciales, lo que es inédito en la historia parlamentaria del país. Sino que además no sirve ni para pasar recados.
El Grupo Parlamentario del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) anunció que el 29 de noviembre iría a la votación.
Lo haría, a pesar de que no tuviera los votos suficientes para conseguir la mayoría calificada, que es menester por tratarse de reformas constitucionales.
Lo cacareó, lo presumió el Presidente . La estrategia estaba trazada: ganar el debate, aunque se perdiera la votación.
Luego, desplegar una campaña de desprestigio contra los partidos de oposición, que se opusieron a la “noble, vanguardista y democrática” reforma de López Obrador.
De hecho, cuando se esperaba la votación, Andrés Manuel preparó los cañones, desde la mañanera.
Pero nadie le avisó a tiempo que siempre hoy no.
Que hasta mañana 6 de diciembre.
Apenas unos minutos antes, Ignacio Mier había sorprendido -por lo mismo al mismo tabasqueño, incluso- con un tuit.
“Por prudencia y dar tiempo para el análisis del dictamen de reforma electoral, aprobado en comisiones, los coordinadores de la Coalición Juntos Hacemos Historia acordamos pedir a la Mesa Directiva de la @Mx_Diputados que dicho proyecto sea abordado hasta el martes”, escribió el poblano en su cuenta.
La postergación, por la sorpresa que expresó el Presidente en su mañanera de Palacio Nacional, debe leerse inequívocamente como un logro más que no conseguido por Ignacio Mier, uno de tantos que ha tenido en este 2022.
López Obrador estaba enardecido. Iba al choque contra la oposición.
Era el momento preciso, porque apenas el domingo se vio cobijado en la marcha masiva por sus seguidores.
Este retraso le rompe el ritmo. Lo enfría a él y enfría el tema. El timing, dicen los políticos, quedó anulado.
Si la votación se llevará a cabo hasta mañana al pleno, es porque Mier y algunos en la bancada oficial, en donde por cierto no todos están tan convencidos de seguir adelante ante la inminente derrota, tienen la esperanza de convencer al PRI de dar su apoyo.
Una expectativa muy poco realista.
Que además derrumbaría el discurso que el Presidente ya viene desarrollando contra toda la oposición.
El teléfono rojo de Mier está descompuesto. O puede ser que ya no le contesten en Palacio Nacional. Este año no ha sido muy bueno para Mier quien no solo no levanta en las encuestas para ser candidato a gobernador de Puebla en 2024, sino que, además, no pudo entregarle al presidente dos de sus principales reformas que tanto anhelaba: la eléctrica y la electoral. Ambas, sin duda, le pueden costar la candidatura.