Hilda Maza Ugalde. Los ojos de Luisa 

 

Hilda Maza Ugalde. Por más de 20 años se desempeñó como Analista de Negocios y asistente ejecutiva en Oracle de México. Fue especialista en Ventas. Es aficionada a la danza folclórica (huapango) y miembro del Taller de Danza Árabe de la maestra brasileña Roberta Perraro. También es graduada y practicante del método Silva, en el área de Desarrollo Humano.

Actualmente, Hilda participa en el Taller de Arte y Escritura Creativa Miró, dirigido por el profesor Miguel Barroso Hernández, en Veracruz. Incursiona en el mundo de la pintura y la literatura, descubriendo sus talentos.

 

Los ojos de Luisa 

Después de mucho sacrificio, trabajando hasta dobles turnos, durante los últimos 5 años, compramos aquella casita frente al mar. El sueño, finalmente, se había hecho realidad. La gran motivación fue Luisa, nuestra pequeña hija de siete añitos, que nació con problemas de visión. Muy pronto conocimos el diagnóstico médico: ceguera parcial. Y, desde entonces, supimos que siempre seríamos “los ojos de Luisa”.

Ahora disfruta de la brisa y el olor del océano Pacífico, en Cabo San Lucas, donde vivimos. Puede experimentar todas las sensaciones que va desarrollando. Sonríe feliz y emocionada. Cual directora de orquesta, agita sus bracitos pronosticando el sonido de las olas del mar de Cortés, al reventar en los arrecifes. Así crece: enamorada del mar que endulza sus limitaciones.

—Papá, ¿qué hay detrás del mar? —me preguntó un día.

—¿Detrás del mar…? Pues, más agua…

—Sí, claro, pero ¿qué más hay? —insistió y fue por los binoculares que le había regalado su abuelo la última navidad. Solo con ellos alcanzaba a definir alguna que otra silueta.

—Mira bien, papá —dijo—. ¿Qué alcanzas a ver?

Miré al mar con detenimiento y sonriendo, conmovido, entendí la manera en que comenzaba a ver el mundo:

—Hay amaneceres… —afirmé abrazándola­—. Hay crepúsculos  y hay vida.

La tristeza que, a veces me ahogaba, es mucho más benévola desde aquel día. Hoy, también, sé que en el horizonte del mar hay esperanza.