Victor de Regil
El crecimiento acelerado que está teniendo la pandemia de la COVID-19 en el país, con su tercera ola y con su reflejo en Puebla, hacen suponer que no habrá condiciones, a pesar de lo mucho que insiste en ello el presidente Andrés Manuel López Obrador, para regresar a clases presenciales a finales de agosto.
Muchos piensan que las pretensiones del gobierno federal para inmediatamente regresar a clases, no tienen fundamento por la alta exposición que se tendría por parte de los alumnos a las nuevas variantes del virus.
Asimismo, la movilidad alcanzaría un gran auge, ya que el 90 por ciento de los estudiantes se mueven en transporte público, lo que los pondría en un alto riesgo quizá de manera innecesaria solo por la necedad del gobierno federal de regresar a clases sin que existan las condiciones para ello,
De igual forma, el gobernador Miguel Barbosa ha insistido que sí habrá regreso a clases presenciales para el mes de agosto. Las universidades privadas se preparan ya para su regreso de manera híbrida, 60 por ciento presencial y 40 por ciento en línea. Aunque en todos los casos será voluntario, cada alumno podrá decidir si regresa o no.
Pero lo cierto es que, a mes y medio de ese emplazamiento a volver a las aulas, que ha hecho principalmente el Gobierno Federal, no hay buenas noticias.
Al arranque de la semana epidemiológica número 27, la semana que está actualmente corriendo, se registró un aumento de 37 por ciento en los casos estimados, en relación con la semana anterior.
Son los datos oficiales de la Secretaría de Salud federal de este mismo 18 de julio. La cifra, si se ve con cuidado, debería encender las alarmas. Ya lo hemos estado viendo en el incremento de hospitalizados.
Ya existen reportes que ubican ya saturación en 10 por ciento de los hospitales del país. De acuerdo con las proyecciones, la tercera ola tendrá sus picos entre septiembre y octubre.
Justo cuando, si no se frena la pretensión, estén los niños y jóvenes en clases.
Varias asociaciones de padres de familia han pedido a las autoridades federales que descarten el regreso a clases, al menos en el corto plazo. Hay quienes piensan que la fecha correcta debe ser en enero de 2022 para el regreso a clases.
En Puebla, se ha planteado un modelo híbrido: presencial, con clases a distancia también y asistencia alternada de los alumnos.
Sin embargo, también con responsabilidad, la administración de Miguel Barbosa ha dejado como condición indispensable, la protección a la salud de los estudiantes.
También del personal docente, padres y todos quienes intervendrán en la movilización masiva que implica regresar a las aulas.
El secretario de Educación, Melitón Lozano, ha mencionado en ruedas de prensa que, si no hay condiciones, no forzarían desde el Gobierno del estado de Puebla el regreso a aulas en nuestro estado.
Son casi dos millones de estudiantes de los distintos niveles educativos en el estado, así como más de 75 mil docentes.
La semana pasada terminó con más de 150 casos registrados.
Es más, el gobernador sentenció que “nunca hemos estado en semáforo verde” y que sería muy probable regresar a las restricciones del color naranja.
Aunque también aseguró que “no volveremos a cerrar”, en referencia a la suspensión total de actividades no esenciales, que tanto deterioró la economía.
Sin embargo, no hay esta misma visión en el presidente de la República, quien desestima el riesgo.
Dice que los niños y adolescentes no se contagian.
Sin embargo, la variante Delta de la COVID, por poner un ejemplo, sí afecta a los menores.
Habla Andrés Manuel de que, de no regresar a las aulas, “el daño va a ser mayor en lo emocional, en lo afectivo, en lo familiar”.
¿Pensarán igual los padres de familia?