Gustavo Monterrubio Alfaro
El envío de convictos criminales, ladrones, estafadores, violadores, timadores, falsificadores, defraudadores, rateros, etc.
¿Qué civilización podía traer la escoria española, que fue embarcada a conquistar América? Estos bastardos se convirtieron en estas tierras por encomienda, compra o adquisición de títulos nobiliarios en Don Alonso, Don Hernando, Don Alfonso, etc.
La religión que trajeron, como arma de conquista, la usaron para someter, no para liberar. Para convertir a los pobladores nativos, contra su voluntad, en súbditos de la corona española, en fieles al dios de los católicos y obligarlos a aceptar la brutal e inhumana explotación hasta el último aliento de vida, hasta la última gota de sudor, en todos los trabajos, especialmente en las minas, los religiosos les ofrecían a cambio otra vida en el cielo de la ilusión, en el reino de fantasía, de donde nadie ha regresado a platicarnos que tan divertida, relajada y humana es la convivencia en esos etéreos y siderales mundos. Además, ¿quién les autorizó, con qué derecho, a título de qué decidieron qué religión era buena y qué religión no? La religión católica es tan buena o tan mala, según el ángulo del que se le analice, como cualquiera de las religiones existentes cuando arribaron a estas latitudes, por equivocación, las hordas de trúhanes, bandidos y criminales.
Por otro lado, las religiones que practicaban nuestros ancestros eran más puras, espirituales y éticas, pues estaban íntimamente vinculadas a la mecánica celeste, al sistema solar y a los ciclos de la naturaleza; contrario a la religión de los católicos que era corrupta, profundamente depravada por las luchas por el poder y la riqueza en las que se inmiscuía, por lo que la línea que separaba al poder temporal del espiritual, sencillamente no existía.
¿Qué civilizado y legal es que un extranjero venga y le diga a un residente que desde hace miles de años habita estos parajes: esta tierra y lo que contiene le pertenecen al rey y yo tomo posesión de ello en su nombre? A partir de ahora eres súbdito del rey y esclavo a mi servicio, a esto no se le puede llamar, siendo generoso, de otra manera más que rapiña.
Seguramente creen, especialmente los ignorantes y racistas de la ultraderecha española, que estamos profundamente agradecidos por el horrendo genocidio que los españoles y portugueses cometieron en el continente contra los indígenas que, se estima que de 60 millones de habitantes al arribo de los filibusteros españoles y malandrines portugueses, quedaron tan sólo 5 millones para 1700.
No dudo que ignaros ultraderechistas están convencidos que nuestros ancestros estaban agradecidísimos con la extracción de metales preciosos que saquearon brutalmente: oro y plata, manchados con la sangre de los millones de indígenas que fueron asesinados en los tiros de la muerte, por los venenos que inhalaban, por los tóxicos elementos usados para separar los metales de la roca, por los castigos violentos que les imponían, por la pésima alimentación, por los criminales sistemas de trabajo y extracción, por accidentes por acumulación de gases o deficientes estructuras subterráneas.
Eran tan ignorantes y atrasados tecnológicamente los reyes católicos, que el genial Eduardo Galeano resumió en una metáfora la torpeza de la corona española: “España ordeñaba la vaca, pero otros tomaban la leche.” Lo que significa que mientras el delirante saqueo español extraía febrilmente miles de toneladas de oro y plata, los que se beneficiaban de la riqueza representada en los metales que de aquí se enviaban a Europa, eran Holanda e Inglaterra, entre otros, ya sea porque le proveían de bienes de consumo y por la piratería, que fue toda una industria durante la época colonial.
¿Qué tenían que agradecer las grandiosas civilizaciones que se asentaron aquí? que aplicaron tecnologías que superan a las actuales en las grandes construcciones, ejemplo, la pirámide de Kukulkán que, en los equinoccios de primavera y otoño, mediante un ingenioso y sorprendente juego de luz y sombra se crea la ilusión óptica, jugando con figuras geométricas que se proyectan en el costado derecho de la balaustrada norte, asemejando el cuerpo de una serpiente que se desliza hacia abajo y remata en una cabeza de serpiente de la cara norte, ¿tienen idea de las matemáticas que aplicaron? Para construir esta maravilla de la arquitectura, es obvio que tenían un conocimiento preciso de la mecánica celeste, esto es, de la posición y la órbita de los planetas del sistema solar y también conocían la trayectoria, el movimiento de rotación y traslación de la tierra con respecto al sol, y claro, el movimiento de precesión. ¿Qué ingeniero, arquitecto, astrónomo europeo de aquélla época y de la actual es capaz de diseñar y construir maravilla semejante?
En suma, las auténticas civilizaciones eran las que habitaban las tierras del continente; los salvajes fueron los que de Europa vinieron a saquear, asesinar, pervertir, destruir, mentir, violar; todas estas atrocidades las cometieron en nombre del dios de los católicos y del rey de los españoles.
No dudo que haya alienados ultraderechistas que creen, por la supina ignorancia inmanente a su ideología, que estamos maravillados porque nos legaron la más grande aportación civilizatoria: la corrupción, cáncer que hizo metástasis y que aún padecemos y que no es fácil erradicar, como hemos visto con la reforma al poder judicial, que jueces corruptos que son legión, han hecho circo, maroma y teatro para impedir que la corrupción sea por lo menos mitigada.
Estoy seguro que los ultraderechistas, debido a las distorsiones que padecen por su reducida visión del mundo, creen que el sinnúmero de enfermedades y pandemias que trajeron consigo los guarros españoles, es una de las más grandes aportaciones a la humanidad que, si en algo les consuela, debo reconocer que se adelantaron a Hitler en los métodos de exterminio masivo.
El aseo personal y las obras hidráulicas, acueductos, para transportar agua, más la red de ductos para descargas residuales, eran comunes en los asentamientos humanos de nuestros ancestros, en cambio, los suntuosos palacios de las rancias monarquías medievales carecían de sanitarios, se usaban bacinicas o se adosaban sistemas rudimentarios de evacuación de desechos orgánicos, la disponibilidad de agua era generalmente en pozos y en algunos casos acueductos.
En virtud de la deficiente infraestructura sanitaria el aseo personal, que en nuestros ancestros era cotidiano, al vapor y hasta medicinal, el temazcal, los españoles no se bañaban con regularidad, algunos afirman que eran días, otros que eran semanas y hasta meses; es por ello que usaban prendas ajustadas a las muñecas, el cuello, la cintura y los tobillos, para evitar que los miasmas corporales escaparan; fue también la causa que motivó el desarrollo de fragancias concentradas. En este negocio destacó Francia, de aquí el dicho: baño francés.
En suma, esta no es una lista completa, es sólo ilustrativa de los agravios, crímenes, infamias, ignominias y demás felonías y perversidades que cometieron los españoles hace más de quinientos años y que el reyezuelo, hijo de otro reyezuelo corrupto, perverso, criminal, cínico y depravado, no admite.
En el ánimo de evitar polémicas inopinadas, aclaro que no es mi intención debatir y menos con un ultra, que entre el izquierdista y el derechista, aunque al final los extremos se tocan, no son tan iguales, el peor, el más obtuso, el más violento e irracional es el derechista, y si uno de éstos se molesta en dispararme metralla de adjetivos denotativos, que es el argumento por excelencia de la ultraderecha, les aclaro que no me molestaré en contestarles, porque aplico el consejo que hace muchas lunas me dio una amiga: hacerle caso a los idiotas es engrandecerlos.