Una palabra ha cobrado gran relevancia: unidad, hoy convertida en eje de los discursos de los tres principales aspirantes a la candidatura de Morena al gobierno del estado, es un reto mayúsculo, que debe construirse con paciencia, piso parejo, madurez política, seriedad y otros tantos ingredientes que deberán aportar todos los actores, no solamente los contendientes, para superar el riesgo de convertirse en una ilusa simulación.
Y es que, por primera vez, los tres principales y declarados competidores del Morena a la gubernatura estuvieron juntos en un acto partidista.
Fue en un foro de las juventudes morenistas poblanas. En el Parque Juárez de la capital del estado. Una Jornada Cultural. Ahí estuvieron los tres sentados en este orden:
El presidente del Senado, Alejandro Armenta; el ex secretario de Gobernación estatal y coordinador de Claudia Sheinbaum en Puebla, Julio Huerta, y el coordinador de los diputados federales de ese partido, Ignacio Mier.
Fue un acto colorido. Mier llegó tarde y sus seguidores desataron una guerra de porras. Hubo arengas para los tres, algunas esporádicas y otras evidentemente sembradas. Algarabía y, afortunadamente, ningún connato de bronca.
Citlalli Hernández Mora, la secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), tuvo que llamar a la calma. Incluso reconvino por la batalla de gritos.
Luego de ese encuentro, todos hablan de unidad. De que habrá respeto al resultado de las encuestas, que serán uno mismo, tras el proceso de selección del candidato y que no habrá ataques.
Ciertamente, eso suena muy bien en el discurso, pero en la realidad, al menos hasta hoy, sucede algo muy distinto. Hay golpes bajos, acusaciones, descalificaciones, ataques velados y abiertos, desde sus equipos.
Controlar el proceso estatal, que se espera comience tras la selección del candidato o la candidata a la Presidencia de la República y concluya en octubre o inicios de noviembre, será el reto de las dirigencias nacional y estatal.
Y no se trata de algo menor, pues es muy poco probable que exista una negociación entre Alejandro Y Nacho. Es casi imposible que, quede quien quede, el uno respalde al otro. Más si el elegido es Nacho Mier, pues nadie ve a Alejandro Armenta negociando con su primo o aceptando la derrota.
Si Armenta no es el candidato, habrá una ruptura importante en Morena, pues el actual Senador muy probablemente buscará cobijo en el partido de su amigo Fernando Morales: Movimiento Ciudadano o, incluso, hay quienes piensan que puede ser el candidato de la oposición, lo que sería un golpe durísimo para Morena.
Todos los actores involucrados deberán aportar su granito de arena para alcanzar la tan anhelada unidad que, por el momento, se ve muy lejana.
Por cierto: ni Mier ni Armenta lograron disimular la incomodidad de estar casi juntos y de compartir escenario y reflectores.
No se detestan: se odian. Hay múltiples agravios entre ambos. Y los tambores de guerra suenan y suenan y vuelvan a sonar. Un punto de encuentro no solo no se ve a la distancia, sino que parece casi imposible que vaya a suceder.