Guillermo Valdivieso Zucolotto. Ingeniero Civil. Trabajó 33 años en la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde. Ha tomado cursos/talleres de pintura, canto y guitarra. Actualmente, libera su capacidad creativa en el taller de Técnicas Narrativas Miró, dirigido por Miguel Barroso Hernández.
Ósculo esperado
¿Qué sentiría teniendo un vínculo matrimonial? ¿Cambiaría su esencia, para satisfacer a otra persona? ¿Sería feliz?
De rodillas, Walter le había hablado a Dios. Deseaba encontrar a una buena mujer para casarse. La única con quien había congeniado, años atrás, murió justo durante la ceremonia religiosa.
—He buscado en redes sociales, entre amigos y en reuniones sociales, pero no encuentro a nadie —admitió, desesperadamente—. ¡Todas se acercan por interés! Daría la vida misma por encontrar a alguien que, en realidad, tuviera verdaderos sentimientos hacia mí, para proponerle matrimonio…
Dios solo escuchó y le guiñó un ojo.
Walter iba diario a uno de los cafés más «nice» de la ciudad. Allí veía a mujeres hermosas, solas, cada una en una mesa; pero todas con el celular en la mano. Ni siquiera se percataban de su presencia… Pero un día, entró una bella dama que parecía de otro país y, sin vacilar, se dirigió a él.
—¿Me puedo sentar? —preguntó y Walter, obvio, accedió.
Su nombre era Nex y muy pronto conectaron emocionalmente, por lo que Walter se dijo: “habrá historia”.
Con el correr de las horas, semanas y meses, se comprometieron al punto de querer conectar sus vidas para siempre. Habían unido sus almas y era el momento de unir sus cuerpos, porque se habían respetado hasta los labios. “Llegaremos cual novios vírgenes al altar”: acordaron.
El día de la boda religiosa lucían muy bien. ¡Finalmente vivirían felices para siempre! Pero en el momento en que el sacerdote indicó a Walter que podía besar a Nex, sucedió lo inesperado:
Al rozar los labios de ella, él cayó al suelo fulminado…
Nex era desconocida para muchos; pero, a la vez, conocida por todos. ¡Era la mismísima muerte!
Dios volvió a guiñar el ojo… y, pues no, no vivirían felices, pero sí por siempre.