Guillermo Valdivieso Zucolotto. Ingeniero Civil. Trabajó 33 años en la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde. Ha tomado cursos/talleres de pintura, canto y guitarra. Actualmente, libera su capacidad creativa en el taller de Técnicas Narrativas Miró, dirigido por Miguel Barroso Hernández.
Amigos
María yendo a misa, cada mañana, pasaba por la vivienda de Jorge. Seguía siendo increíblemente bella. Bella igual al día de la boda, cuando el prometido cayó en la tentación y, engañándola con su mejor amiga, la dejó plantada en el altar.
Sumida en la perpetua tristeza, María no percibía cómo la observaba Jorge que también es soltero, porque su novia murió pocos días antes del casamiento.
Ambos son amigos desde la infancia y ninguno ha querido expresar lo que siente. Ella solo espera que él tome la iniciativa para entregarle todo el amor que ha guardado. Él, ciegamente enamorado, muere por una señal de ella. Expresar sus sentimientos pudiera hacerles perder una gran amistad: piensan.
Cierto día, Lorena visitó a su tía María y Jorge las invitó al parque del pueblo. La sobrina, de mentalidad perspicaz, inmediatamente descubrió que los dos se miraban con ojitos de borrego a medio morir y decidió que los ayudaría. Pero María confundió la amabilidad de la muchacha y sintió celos. ¿Acaso sufriría otra vez?
Lorena se encargó de preparar la cita romántica. Los invitó a comer a un restaurante famoso y contrató a un trío que cantaba boleros. El ambiente era formidable para el amor y, por si no se atrevían a romper el hielo, ella misma les hizo ver cuánto se necesitaban el uno al otro. Luego los dejó solos, inventando una infantil excusa. Entonces, justo allí, chocando sus copas de vino, perdieron una amistad de años para comprometerse en matrimonio. Y es que cuántas personas no viven una historia similar y, por miedo a perderse, ¡se pierden!