Guadalupe Taylor. Nació en la ciudad de México, actualmente es residente de los Estados Unidos. Realizó sus estudios profesionales en la Universidad Nacional Autónoma de México. Obtuvo la Maestría en Spanish Studies en Georgia State University (Atlanta, Georgia), así mismo consiguió un Doctorado en Romance Languages en la University of Georgia, Athens Georgia. Desde joven ha escrito creativamente, epístolas, cuentos, poesía y una novela corta. Participa activamente en talleres y clases de literatura de la UNAM. A la fecha continúa escribiendo cuentos y poesías.
VIDAS PASADAS
Paulina, una joven universitaria mexicana, es muy curiosa y goza de las aventuras; estudia francés entre otras razones porque en su familia se corre el rumor de que sus antepasados provenían de Francia. Cierto o no su origen francés, pensó que sería muy interesante visitar el viejo continente, por lo que solicitó una beca para estudiar en Francia. Muy entusiasmada les avisó a sus padres que viajaría a Lyon, Francia durante el verano.
La familia francesa que la hospedó, los Touré, vivían en un pequeño poblado a las afueras de Lyon. Paulina pasaba los fines de semana en la casa de campo de los Touré. Entre colinas y viñedos podía montar a caballo, su deporte favorito. Un día se atrevió a ir a un pequeño poblado donde las casas con tejados terracota lucían geranios carmesíes en las ventanas y balcones. Después de atar al caballo a un árbol, se sentó en el césped para ingerir su almuerzo. Cerró los ojos y su mente comenzó a divagar acerca de los mitos familiares sobre sus supuestos ancestros franceses.
Cuando se despabiló todo parecía diferente; las casas, las plantas y las flores habían desaparecido, no había gente alrededor, y el caballo se había desvanecido. Lo que más la desequilibró fue verse vestida de una manera diferente, no llevaba la ropa para montar ni sus tenis. Su ropaje consistía en varias capas burdas de faldones color pardo, calzaba unos botines muy extraños y su cabello enmarañado estaba bastante sucio. No sabía qué hacer ni qué pensar, por lo que comenzó a correr sin rumbo por las colinas. En estado de conmoción de pronto escuchó la voz de una anciana que se dirigió a ella.
—Rachelle, te he estado buscando, ¿Por qué te has tardado tanto en buscar frutos? Ya estaba muy preocupada por ti, pensé que te había sucedido algo —dijo la anciana.
—¿Qué dice? ¿Me habla a mí? ¿Por qué me llama Rachelle?
La anciana se aproxima a la chica y toca su frente:
—¿No te sientes bien? Seguro el sol y la caminata te agotaron. No te mortifiques, todo estará bien. ¡Vámonos!
Paulina aturdida e incrédula le contestó a la anciana:
—¿Dónde estoy? ¿Por qué me trata como si fuera su nieta?
—Rachelle no te voy a regañar, sólo necesitamos volver. Si algo que te sucediera tus padres se enojarían muchísimo conmigo.
—¿Mis padres? ¿Dónde están?
—¿No te acuerdas de que fueron al norte, a París, a unirse a la guerra entre católicos y hugonotes? No te preocupes, todo va a estar bien. Regresemos, no es seguro andar en el bosque por la guerra.
—Pero ¿Quién es usted? ¿Por qué me llama Rachelle?
—Eres mi nieta. ¿No lo recuerdas? Tus padres me pidieron que te cuidara hasta que regresaran. Creo que estás enferma. ¡Anda, vámonos para que descanses!
Paulina abrió los ojos y sacudió la cabeza mirando a su rededor, incrédula vio que ahí estaba el caballo de los Touré atado al árbol, las casas campestres con sus geranios carmesíes en los balcones y el jardín donde se recostó a almorzar. Todo se encontraba tal y como lo recordaba. Giró la cabeza y observó su vestimenta y calzado, quedó estupefacta. Vestía varias capas de faldones pardos y toscos, y calzaba unos botines extraños; su pelo enmarañado se escondía bajo una capucha y parecía que hacía tiempo no se bañaba. Su aspecto y ropaje parecía denotar que ella procedía de otra época.
-Guadalupe Taylor