GABRIEL VIEIRA nació en Montevideo en 1956. Desde casi un cuarto de siglo vive en la zona rural. Sus poemas circularon de manera dispersa en eventos callejeros y performances. Participó del Teatro del Carro e incursionó en el arte dramático. Creó el panfleto de agitación poética La Oreja Cortada junto a distintos artistas y ha difundido y colaborado en publicaciones y estudios literarios, promoviendo la lectura y la práctica poética. Como narrador ha publicado Uruguaiensis (Ed. Banda Oriental 1985) Urumaquia (Ediciones de UNO 1987) Meteorológicas Primeras (1990) Lautréamont S.A. (Ed. YOEA, 1992) y Hojas de China (Ed. YAUGURU 2008). Todos agotados salvo este último. Su última novela es de próxima aparición en España y para el resto del mundo.
Poema I
El refugio no encuentra en la memoria
el rostro de su sombra cálida.
Los remedos fugaces del finalmente
duelen cual desengaño recién despierto; meras confusiones
dice irresponsablemente el dedo
escribiendo
una palabra quizá desconocida, quizá inexistente; podredumbre
torpe sustantivo que designa las idénticas
inexactas muecas del olvido
las flores y los desastres
toda una constelación viva para mi sorda lectura.
Escribí el refugio
simple suerte entre paños insomnes
aire infrecuente que ciñe el ocio la tarde el vacío
desde aquella memoria hurgada
extraviada
que abre los ojos para recopilar sorpresas
y cierra la boca inventariando heridas
de viejos desencuentros.
El aparejo de penas circunscribe sus minucias
a la hora de la siesta. A la resta elemental
sumo silencio
con la cifra virtual que condesciende
y el refugio indiferente de la muerte.
Poema II
De manera sostenida
lo supe sin saberlo
desde algún lugar
con la tierra en aire
encendiendo la palabra
ha crecido: ya confunde su sombra
con el ocio del sol
ya oculta —en secreto —un gato en su interior
ininterrumpidamente
aún ahora
crece como el japón del ligustro
y el oriente del cambiante paraíso
siempre evocando
mi gozo de tu gozo
cada vez
para ser plena vive del agua cristalina
y por ser más plena
sorbe los rayos del sol
si descubierta evapora la belleza de sus verdes
y el blanco perfume de sus flores
“subrepticio es crecer” repite un eco
en lontananza
sea brisa tibia en primavera
o aliento frío en el invierno
de manera incesante crece el poema: la poesía.