Flor Virginia León. Como catedrática de nivel superior, no se conforma y busca la manera de involucrarse, siempre, en aprendizajes que alimenten su labor educativa. También cree en la paz: la busca y la construye desde el arte. Quizás por eso, además de expresarse pintando, se involucró en el Taller de Escritura Creativa, dirigido por Miguel Barroso Hernández, en la ciudad y puerto de Veracruz. En su obra literaria, se hace presente el Realismo Mágico que identifica la narrativa latinoamericana. Veamos:
El vendedor de humo
Sólo habita el silencio en esta cueva profunda. Tuve que protegerme. Una ráfaga de viento, sorprendió mi andar mientras buscaba a Matías, el vendedor de humo.
¡Todos lo saben!: para dar con él, primero debes perderte…
Ya estuve en su choza, años atrás, rodeada de gatos disecados, hojas brillantes en frascos, humo guardado en bolsas de colores, hilos de araña y ojos engarzados en collares… No pedía dinero por sus productos que, por mucho, eran extraños.
“DEJE SUS SUEÑOS, ESCRITOS EN UNA HOJA DE PAPEL” –decía un letrero viejo y sucio colgado a media pared.
-¿Cuántos sueños debo pagar, por 3 bolsas del humo que promete devolverme la razón para vivir? –pregunté, dispuesta a quedar sin ilusiones, con tal de recuperar al amor perdido en algún resquicio del tiempo. Ese que me había robado la paz y las ganas de comer, de dormir y reír.
Ciertamente funcionaba. Conseguí que volviera el amor, mas no duró mucho; porque para retener al amor, se necesita todo el humo de mil volcanes y, siendo joven e inexperta, no tuve muchos sueños para pagar.
Ahora, dentro de esta cueva incrustada en la montaña, vacía y sola, pero bella e imponente; recuerdo que sólo perdiéndome podré encontrar la choza del vendedor de humo.
Hoy, con sobrada experiencia, vengo a dejar mis nuevos sueños. ¡Espero sean suficientes! Sin el amor, sin su calor y sus besos… ya no los quiero.